Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

29.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (193)



12. ¡Oh mísera suerte de vida, donde con tanto peligro se vive y con tanta dificultad la verdad se conoce, pues lo más claro y verdadero nos es más oscuro y dudoso, y por eso huimos de ello siendo lo que más nos conviene; y lo que más luce y llena nuestro ojo lo abrazamos y vamos tras ello, siendo sin embargo lo que peor nos conviene y lo que a cada paso nos hace aumentar la concupiscencia! ¡En cuánto peligro y temor viven las gentes, pues la misma lumbre de sus ojos natural, con que se han de guiar, es la primera que les encandila y engaña para ir a Dios y por lo tanto, si quieren acertar para ver por dónde van, tengan necesidad de llevar cerrados los ojos y de ir a oscuras para ir seguro de los enemigos domésticos de su casa, que son sus mismos sentidos y potencias!

13. Bien está, pues, el alma aquí escondida y amparada en esta agua tenebrosa, puesto que se encuentra entonces cerca de Dios. Porque, así como al mismo Dios sirve de tabernáculo y morada, le servirá, ni más ni menos, al alma de otro tanto así como de amparo perfecto y seguridad, aunque a ella le parezcan tinieblas, por cuanto está escondida y amparada de sí misma y de todos los daños de criaturas, como hemos dicho. Porque de los tales se entiende lo que también David dice en otro salmo (30, 21): "Esconderlos has en el escondrijo de tu rostro de la turbación de los hombres; ampararlos has en tu tabernáculo de la contradicción de las lenguas", en lo cual se entiende toda manera de amparo. Porque estar escondidos en el rostro de Dios de la turbación de los hombres es estar fortalecidos en esta oscura contemplación contra todas las ocasiones que de parte de los hombres les pueden sobrevenir. Y "estar amparados en su tabernáculo de la contradicción de las lenguas" es estar el alma sumergida en esta agua tenebrosa, que es el tabernáculo que hemos referido de David. Por ello, por tener el alma todos los apetitos y afecciones desprendidos y las potencias oscurecidas, está libre de todas las imperfecciones que contradicen al espíritu, así de su misma carne como de las demás criaturas. Y por lo tanto esta alma bien puede decir que va a oscuras y a la vez segura.

14. Hay también otra causa no menos eficaz que la anteriormente mostrada para terminar de entender bien que esta tal alma va segura a oscuras, y es por la fortaleza que esta oscura, penosa y tenebrosa agua de Dios sin duda pone en el alma. Que, en fin, aunque es tenebrosa, es agua, y por eso no ha de dejar de refrescar, reanimar y fortalecer al alma en lo que más le conviene, aunque sea a oscuras y penosamente. Puesto que, desde luego, ve el alma en sí una verdadera determinación y eficacia de no hacer cosa que entienda ser ofensa de Dios, ni dejar de hacer lo que le parezca cosa que la ponga a su servicio. Y es que aquel amor oscuro se le pega con un muy vigilante cuidado y solicitud interior sobre qué hará o dejará de hacer por Él para contentarle, mirando y dando mil vueltas si ha sido causa de enojarle. Y todo esto lo realiza con mucho más cuidado y solicitud que antes, como líneas anteriores queda dicho cuando abordamos el tema de las ansias de amor. Porque aquí todos los apetitos y fuerzas y potencias del alma están recogidas de todas las demás cosas, empleando su conato y fuerza sólo en obsequio de su Dios.

De esta manera sale el alma de sí misma y de todas las cosas creadas a la dulce y deleitosa unión de amor de Dios, a oscuras y segura, y...


por la secreta escala disfrazada.


CAPÍTULO 17
Se muestra el segundo verso y se explica cómo esta oscura contemplación es secreta.


1. Tres propiedades conviene declarar acerca de tres vocablos que contiene el presente verso. Las dos, conviene a saber, "secreta escala", pertenecen a la noche oscura de contemplación que estamos tratando. La tercera, conviene a saber, "disfrazada", pertenece al alma por razón del modo que ellla lleva en esta noche.

Cuanto a lo primero, es de saber que el alma llama aquí en este verso a esta oscura contemplación, por donde ella va saliendo a la unión de amor, "secreta escala", por estas dos propiedades que hay en ella, es a saber: ser secreta y ser escala (o sea, "escalera", "ascenso"), así que a continuación hablaremos de cada una de estas dos propiedades.


28.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (192)



7. ¡Oh, pues, alma espiritual!, cuando vieses oscurecido tu apetito, tus aficiones secas y reducidas, e inhabilitadas tus potencias para cualquier ejercicio interior, no te apenes por eso, antes tenlo como una buena dicha, pues es que te va Dios librando de ti misma, quitándote de las manos la hacienda con las cuales, por bien que ellas te sirviesen, no obraras tan cabal, perfecta y seguramente a causa de la impureza y torpeza de los actos de tus manos, como ahora que, tomando Dios directamente tu mano, te guía a oscuras como se guía a un ciego a un lugar donde y por donde tú no sabes, ni jamás con tus ojos y pies, por bien que anduvieran, llegarías a atinar caminar.

8. La causa también por la que el alma no sólo va segura cuando va así a oscuras, sino aun se va más ganando y aprovechando, es porque, comúnmente, cuando el alma va recibiendo más mejoría y provecho es precisamente por donde ella menos entiende, antes muy de ordinario piensa que se va perdiendo. Esto es así ya que, como ella nunca ha experimentado aquella novedad que le hace salir y deslumbrar y desatinar de su primer modo de proceder, entonces piensa que se va perdiendo en lugar que acertando y ganando, puesto que ve que pierde respecto de lo que antes sabía y gustaba, y se ve ir por donde no sabe ni gusta (nota del actualizador: es decir, en terreno desconocido).

Así como el caminante que, para ir a nuevas tierras desconocidas va por nuevos caminos no recorridos antes ni experimentados, en los cuales transita sin la guía ni la experiencia de los que antes sabía, sino entre dudas y por las direcciones de otros. Y claro está que éste no podría llegar a las nuevas tierras, ni saber más de lo que antes sabía, si no fuera por caminos nuevos nunca explorados, dejando los caminos que ya sabía. Lo mismo ocurre con el que va aprendiendo más particularidades en un oficio o arte, que siempre va a oscuras, no atado constantemente a lo que ya conocía porque, si no dejase atrás lo conocido para aprender lo que debe saber nunca avanzaría ni le haría provecho el nuevo conocimiento. Así, de la misma manera, cuando el alma va aprovechando más, va a oscuras y no sabiendo. Por tanto, siendo como hemos dicho, Dios el maestro y guía de este ciego del alma, bien puede esa alma -ya que la han puesto en disposición de entender y avanzar como aquí decimos- con verdad alegrarse y decir: a oscuras y segura [voy].

9. Otra causa también por la que en estas tinieblas ha ido el alma segura es porque iba padeciendo. Y es que el camino de padecer es más seguro y aun más provechoso que el de gozar y hacer. Por un lado, porque en el padecer se le añaden fuerzas de Dios, y en el obrar y gozar ejercita el alma sus flaquezas e imperfecciones; y lo otro, porque en el padecer se van ejercitando y ganando las virtudes, purificándose el alma y haciéndola más sabia y cauta.

10. Pero aquí hay otra más principal causa por la que en este contexto el alma va segura estando a oscuras, y es de parte de la dicha luz o sabiduría oscura. Esto es debido a que de tal manera la absorbe y embebe en sí esta oscura noche de contemplación y la pone tan cerca de Dios, que la ampara y libra de todo lo que no es Dios. Dado que está puesta aquí en cura esta alma para que consiga su salud, que es el mismo Dios, la tiene Su Majestad en dieta y abstinencia de todas las cosas, hartado el apetito para todas ellas. Esto está bien así y es similar a lo que se hace a un enfermo para que sane cuando es estimado en su casa, en donde le mantienen tan resguardado y protegido que no le dejan tocar del aire ni aun gozar de la luz, ni que sienta las pisadas, ni aun el rumor de los de casa, y la comida que le dan es muy delicada y muy medida, en donde el alimento contiene más de sustancia y es más nutritivo, y no importa tanto el que tenga más sabor.

11. Todas estas propiedades -las cuales son todas para la seguridad y guarda del alma-, causan en ella esta oscura contemplación, porque ella está puesta más cerca de Dios. Es así puesto que cuanto el alma más a Él se acerca, más oscuras tinieblas siente y más profunda oscuridad por su flaqueza padece, lo mismo que el que más cerca del sol llegase, más tinieblas y penurias le causaría su deslumbrante resplandor por la flaqueza, debilidad e impureza de su ojo. De donde se desprende que tan inmensa es la luz espiritual de Dios, y tanto excede al entendimiento natural que, cuando llega más cerca, más le ciega y le oscurece al alma (nota del actualizador: al alma no preparada ni ejercitada para ello, se sobreentiende).

Y ésta es la causa por la que en el salmo 17 (v. 12) dice David que puso Dios por su escondrijo y cubierta las tinieblas, y su tabernáculo en rededor de sí, tenebrosa agua en las nubes del aire. Esta agua tenebrosa en las nubes del aire es la oscura contemplación y sabiduría divina en las almas, como estamos diciendo, la cual ellas van sintiendo como cosa que está cerca de Él, como tabernáculo donde Él mora, cuando Dios a sí mismo la va más acercando. Y así, lo que en Dios es luz y la más alta claridad, es para el ser humano tiniebla más oscura, como dice san Pablo (1 Cor. 2, 14) según lo declara luego David en el mismo salmo (17, 13), diciendo: "Por causa del resplandor que está en su presencia, salieron nubes y cataratas", conviene a saber, para el entendimiento natural, cuya luz, como dice Isaías en el capítulo 5 (v. 30), "obtenebrata est in caligine eius" ("oscurecida la luz por los nubarrones").


27.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (191)



3. De aquí se sigue que, cuanto va el alma más a oscuras y vacía de sus operaciones naturales, va más segura. Es así ya que, como dice el profeta (Os. 13, 9), la perdición al alma solamente le viene de sí misma, esto es, de sus operaciones y apetitos interiores y sensitivos, y el bien, dice Dios, solamente de mí. Por tanto, impedida ella así de sus males, resta solamente que le vengan luego los bienes de la unión de Dios en sus apetitos y potencias, en que las hará divinas y celestiales. De donde en el tiempo de las tinieblas, si el alma se detiene a mirar en ello, muy bien echará de ver cuán poco se le divierte el apetito y las potencias a cosas inútiles y dañosas (nota del actualizador: es decir, en medio de esta noche si el alma se detiene a contemplar sus inclinaciones e inquietudes, se dará cuenta que ya encuentra poco agrado en los elementos mundanos y aspectos en los que probablemente en su anterior etapa de alma sin purgar y mundana antes encontraba diversión y ocio, y a la par, se dará también cuenta de los múltiples peligros -vanagloria, soberbia..., como expresa el Santo- que de ello resulta o en ello se esconde), y cuán segura está de vanagloria, soberbia y presunción vana y falso gozo, y de otras muchas perniciosidades. Por ello bien se desprende que, por ir a oscuras, no sólo no va perdida, sino aun muy ganada, pues aquí va ganando las virtudes.

4. Pero a la duda que de aquí puede surgir, la cual es a saber: que, pues las cosas de Dios de suyo hacen bien al alma y la ganan y aseguran, ¿por qué en esta noche le oscurece Dios los apetitos y potencias también acerca de estas cosas buenas, de manera que tampoco pueda gustar de ellas, ni tratarlas como las demás, y aun en alguna manera las siente menos? La respuesta es que entonces conviene que tampoco le quede operación ni gusto acerca de las cosas espirituales, porque tiene las potencias y apetitos impuros y bajos y muy naturales y así, aunque les den el sabor y trato a estas potencias de las cosas sobrenaturales y divinas, no las podrían recibir sino muy baja y naturalmente, muy a su distorsionado modo. Porque, como dice el Filósofo, cualquier cosa que se recibe está en el recipiente al modo que lo recibe.

De donde, puesto que estas naturales potencias del alma no tienen pureza ni fuerza ni caudal para poder recibir y gustar las cosas sobrenaturales al modo de lo que ellas son, que es divino, sino sólo al modo suyo, que es humano y bajo como hemos dicho, conviene que sean oscurecidas también respecto de estas comunicaciones divinas para que, desprendidas y purgadas y aniquiladas en aquello primero, pierdan aquel bajo y humano modo de recibir y obrar, y así vengan a quedar dispuestas y templadas todas estas potencias y apetitos del alma para poder recibir, sentir y gustar lo divino y sobrenatural elevada y subidamente, lo cual no puede ser si primero no muere el hombre viejo.

5. De aquí es que todo lo espiritual, si de arriba no viene comunicado del Padre de las luces (Sant. 1, 17) sobre el albedrío y apetito humano, por más que se ejercite el gusto y potencias del hombre con Dios y por mucho que les parezca gozan de las comunicaciones espirituales, no las gustarán divina y espiritualmente, sino humana y naturalmente, como gustan las demás cosas, porque los bienes no van del hombre a Dios, sino que vienen de Dios al hombre. Respecto de lo cual, si éste fuera lugar de ello, pudiéramos aquí declarar cómo hay muchas personas que tienen muchos gustos y aficiones y operaciones de sus potencias respecto de Dios o de cosas espirituales, y por ventura pensarán ellos que aquello es sobrenatural y espiritual, y sin embargo no son más que actos y apetitos propios naturales y humanos los cuales, como los tienen de las demás cosas, los tienen en el mismo temple de aquellas buenas acciones o devociones por cierta facilidad o afición natural que tienen en mover el apetito y potencias a cualquier cosa.

6. Si en su caso encontrásemos ocasión en lo restante, lo trataremos diciendo algunas señales de cuándo los movimientos y acciones interiores del alma son sólo naturales, y cuándo sólo espirituales, y cuándo espirituales y naturales respecto del trato con Dios. Basta aquí saber que, para que los actos y movimientos interiores del alma puedan llegar a ser movidos por Dios divinamente, primero han de ser oscurecidos y adormecidos, apaciguados de su natural obrar y escudriñar respecto a toda su habilidad y operación, hasta que desfallezcan.


26.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (190)



2. Pero fue dichosa ventura en esta alma el que Dios en esta noche le adormeciese toda la gente doméstica de su casa, esto es, todas las potencias, pasiones, afecciones y apetitos que viven en el alma sensitiva y espiritualmente, para que ella, sin ser notada, esto es, sin ser impedida de estas afecciones, etc., (por quedar ellas adormecidas y mortificadas en esta noche, en que las dejaron a oscuras para que no pudiesen notar ni sentir a su bajo modo natural e impidiesen con ello al alma el salir de sí y de la casa de la sensualidad) llegase a la unión espiritual de perfecto amor de Dios.

3. ¡Oh, cuán dichosa ventura es poder el alma librarse de la casa de la sensualidad! Es algo que sólo lo puede entender, a mi ver, el alma que ha gustado de ello. Porque esa alma verá claro cuán mísera servidumbre era la que tenía y a cuántas miserias estaba sujeta cuando lo estaba a la obra de sus potencias y apetitos, y conocerá cómo la vida del espíritu es verdadera libertad y riqueza que trae consigo bienes inestimables, como iremos notando algunos de ellos en las siguientes estrofas, en las cuales se mostrará más claramente cuánta razón tiene el alma de cantar por dichosa ventura el paso de esta horrenda noche que acabamos de decir.


CAPÍTULO 15

Se muestra la segunda poesía y su explicación.


Canción 2ª:

A oscuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.


Explicación:

1. Va el alma cantando en esta poesía todavía algunas propiedades de la oscuridad de esta noche, repitiendo la buena dicha que le llegó con ellas. Las dice además, respondiendo a cierta objeción tácita, para que no se piense que, por haber en esta noche y oscuridad pasado por tanta tormenta de angustias, dudas, recelos y horrores como se ha dicho, corría por eso más peligro de perderse, porque antes en la oscuridad de esta noche se ganó -y no se perdió- dado que en ella se libraba y escapaba sutilmente de sus contrarios, que le impedían siempre el paso, porque en la oscuridad de la noche iba mudado el traje y disfrazada con tres libreas y colores que después diremos. Y por una escala muy secreta -que ninguno de la casa conocía la cual, como también en su lugar notaremos, no es más que la viva fe-, salió tan encubierta y en celada para poder realizar correctamente su tarea, de tal forma que no podía dejar de ir muy segura en estas acciones, mayormente estando ya en esta noche purgativa los apetitos, afecciones y pasiones, etc. de su ánima adormecidos, mortificados y apagados, que son los que, cuando estaban despiertos y vivos, no se lo consintieron. Se sigue, entonces, el verso, y dice así:


A oscuras y segura.


CAPÍTULO 16
Se muestra el primer verso de la estrofa y se explica cómo, yendo el alma a oscuras, va segura.


1. La oscuridad de la que el alma habla aquí ya hemos mencionado que es respecto de los apetitos y potencias sensitivas, interiores y espirituales, por cuanto todas se oscurecen de su natural lumbre en esta noche con objeto de que, purgándose respecto a ellas, puedan ser ilustradas en lo que toca a lo sobrenatural. Porque los apetitos sensitivos y espirituales están adormecidos y amortiguados sin poder gustar de cosa ni divina ni humana; las afecciones del alma, oprimidas y apretadas, sin poderla mover a ella ni hallar apoyo en nada; la imaginación, atada, sin poder hacer algún discurso de bien; la memoria, anulada; el entendimiento, entenebrecido, sin poder entender cosa, y de aquí también la voluntad seca y apretada, y todas las potencias vacías e inútiles y, sobre todo esto, una espesa y pesada nube sobre el alma, que la tiene angustiada y ajenada de Dios. De esta manera de oscuridad dice aquí el alma que iba segura.

2. La causa de esto está bien declarada y es que, ordinariamente, el alma nunca yerra sino por sus apetitos o sus gustos, o sus discursos, o sus inteligencias, o sus afecciones e imaginaciones. Esto es así dado que de ordinario en estos recursos excede o falta, o varía o desatina, o da en algo y se inclina en lo que no conviene. Por lo cual, impedidas todas estas operaciones y movimientos, claro está que queda el alma segura de errar en ellos, porque no sólo se libra de sí (nota del actualizador: de sus enemigos internos, o sea, la carne), sino también de los otros enemigos, que son mundo y demonio, los cuales apagadas las afecciones y operaciones del alma no le pueden hacer guerra por otra parte ni de otra manera.


25.3.23

"Subida al Monte Carmelo" y "Noche Oscura", de San Juan de la Cruz, actualizada (189)



9. Pero es aquí de notar cómo el alma a pesar de estar sintiéndose tan miserable y tan indigna de Dios tiene -en medio de estas tinieblas purgativas- tan osada y atrevida fuerza para ir a juntarse con Dios. La causa es que, como ya el amor le va dando fuerza con las cuales le ame de veras, y la propiedad del amor es quererse unir y juntar e igualar y asimilar a la cosa amada para perfeccionarse en el bien de su amor, se produce el que, aún no estando esta alma perfeccionada en amor por no haber llegado a la unión, la hambre y sed que tiene de lo que le falta -que es la unión con su ser amado- y las fuerzas que ya el amor ha puesto en la voluntad con que le ha hecho apasionada, la hagan ser osada y atrevida según la voluntad inflamada, aunque según el entendimiento (por estar a oscuras y no ilustrado) se siente indigno y se conoce miserable.

10. No quiero dejar aquí de decir la causa por la que, pues esta luz divina es siempre luz para el alma no la da, tras impactar en ella, la suficiente claridad como lo hace después, antes en su lugar le causa las tinieblas y trabajos que hemos mencionado. A este respecto algo estaba ya dicho antes de esto [se encuentra la explicación del contraste, no en la luz misma, sino en la indisposición del sujeto hasta que está debidamente purgado de sus miserias y limitaciones o indisposiciones naturales. A este propósito el Santo aplica las imágenes del rayo del sol y la vidriera, del fuego y el madero], pero a este particular podemos responder que las tinieblas y los demás males que el alma siente cuando esta divina luz embiste no son tinieblas ni males de esa luz, sino de la misma alma, y la luz le alumbra para poder mostrárselas. Al hacerlo desde luego le da claridad esta divina luz, pero con ella el alma no puede ver primero sino lo que tiene más cerca de sí o, por decirlo mejor, en sí, que son sus tinieblas o miserias, las cuales ve ya por la misericordia de Dios, y sin embargo antes no las veía porque no incidía en ella esta luz sobrenatural. Y ésta es la causa por la que al principio no siente sino tinieblas y males mas, después de purgada con el conocimiento y sentimiento de esos males, tendrá ojos para que esta luz la muestre los bienes de la luz divina. Una vez expelidas ya todas estas tinieblas e impresiones del alma, ya parece que van pareciendo los grandes provechos y bienes que va consiguiendo el alma en esta dichosa noche de contemplación.

11. Pues por lo dicho queda entendido cómo Dios hace favores al alma al limpiarla y curarla con esta fuerte lejía y amarga purga, según la parte sensitiva y la espiritual, de todas las afecciones y hábitos imperfectos que en sí tenía acerca de lo temporal y de lo natural, sensitivo, especulativo y espiritual, oscureciéndole las potencias interiores y vaciándoselas respecto de todo ello, y apretándole y enjugándole las afecciones sensitivas y espirituales, debilitándole también y reduciéndole las fuerzas naturales del alma acerca de todo ello (lo cual nunca el alma por sí misma podría conseguir, como luego diremos) [por eso mismo se llama La noche pasiva, ya que es tal porque no puede realizarse sin la intervención directa de Dios]. De esta forma la va haciendo Dios desfallecer a todo lo que no es el mismo Dios naturalmente, para irla vistiendo de nuevo, desnuda y desollada ya ella de su antiguo pellejo. Y así, se le renueva, como al águila, su juventud (Sal. 102,5), quedando vestida del nuevo hombre, que es criado, como dice el Apóstol (Ef. 4, 24), según Dios. Lo cual no es otra cosa sino alumbrarle el entendimiento con la lumbre sobrenatural, de manera que de entendimiento humano se haga divino unido con el divino y, ni más ni menos, inflamarle la voluntad de amor divino, de manera que ya no sea voluntad menos que divina, no amando menos que divinamente, hecha y unida en uno con la divina voluntad y amor, así también no menos con la memoria, y también todas las afecciones y apetitos, mudados y vueltos según Dios divinamente. Y de esta forma esta alma será ya alma del cielo, celestial, y más divina que humana.

Todo lo cual, según se ha ido viendo por lo que hemos explicado, va Dios haciendo y obrando en ella por medio de esta noche, ilustrándola e inflamándola divinamente con ansias de sólo Dios, y no de otra cosa alguna. Por todo eso muy justa y razonablemente añade luego el alma el tercer verso de la poesía, que dice así:


¡oh dichosa ventura!


CAPÍTULO 14
Se exponen y explican los tres versos últimos de la primera poesía.


1. Esta "dichosa ventura" es debido a lo que dice luego en los siguientes versos, argumentando:


salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada


Tomando la metáfora del que, para hacer mejor su actividad sale de su vivienda de noche, a oscuras, sosegados ya los de la casa, con el fin de que ninguno le moleste [esta interpretación propia e inmediata de los versos apunta a una vinculación próxima entre la experiencia dolorosa de la huida de la Cárcel de Toledo y el símbolo espiritual de "la noche". Todo hace suponer que el arranque del símbolo poético procede del recuerdo personal de la fuga del Santo de la prisión de Toledo.].

Puesto que, como esta alma había de salir a hacer un hecho tan heroico y tan raro, que era unirse con su Amado divino afuera -porque el Amado no se halla sino únicamente afuera, en la soledad-, precisamente por eso la Esposa le deseaba hallar solo, diciendo (Ct. 8, 1): "¿Quién te me diese, hermano mío, que te hallase yo solo afuera y se comunicase contigo mi amor?". Le conviene a esta alma enamorada, para conseguir su fin deseado, hacerlo también así, que saliese de noche, adormecidos y sosegados todos los domésticos de su casa, esto es, las operaciones bajas y las pasiones y apetitos de su alma totalmente adormilados y apagados por medio de esta noche, que en este símil son la gente de casa que, si están despiertas, siempre estorban estos sus bienes para el alma, enemigas como son de que el alma salga libre hacia los mencionados bienes. Porque éstos son los domésticos que dice nuestro Salvador en el Evangelio (Mt.10, 36) que son los enemigos del hombre. Y así convenía que las operaciones de éstos con sus movimientos estén dormidos en esta noche, para que no impidan al alma los bienes sobrenaturales de la unión de amor de Dios, porque durante la viveza y operación de éstos no puede ocurrir tal cosa ya que toda su obra y movimiento natural antes estorba que ayuda a recibir los bienes espirituales de la unión de amor. Esto es así por cuanto queda corta toda habilidad y esfuerzo natural en comparación de los bienes sobrenaturales que Dios por sólo infusión suya pone en el alma pasiva y secretamente, en el silencio. Y por lo tanto es menester que se detengan todas las potencias y se encuentren en actitud pasivamente para recibirle, no entremetiendo allí su baja obra y vil inclinación.