Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

13.12.21

Celebración del mes de mayo carmelitano, el mes de María. Día 1



El mes de mayo está consagrado a la Virgen María. Y por ser el mes más florido del año, a los cultos celebrados en honor de la Virgen los llamamos Flores de Mayo, o Flores de María, y al mes consagrado a Nuestra Señora, Mes de las Flores.

Lo mejor sería acudir a alguna de las solemnidades que suelen celebrarse durante este mes en honor de Nuestra Señora, a la mañana, al mediodía, o a la tarde. Las escuelas, colegios y comunidades diversas pueden y deben celebrar este mes con mucha solemnidad y mucho fruto de sus alumnos o socios.

Si no se puede nada de esto, es muy dulce celebrar este mes en familia. Y si no se tiene familia, o no se puede lograr reunirla para este fin, puedes tú, cristiano, celebrarlo fácilmente. Y de cualquier modo que lo celebres, seguro te dejará dulce recuerdo para todo el año, e incluso para toda la vida.


Modo de celebrar el Mes de la Virgen
Un buen modo de celebrar este mes es rezando con verdadera devoción el Santo Rosario, y realizar alguna novena, además de adornar alguna imagen de Nuestra Señora.

Pero, además, también puedes realizar el siguiente...





EJERCICIO DEL MES DE MAYO
para cada día


Por la señal...

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para empezar todos los días:
¡Oh Santísima Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Dios y Madre nuestra! Siempre te amamos, siempre te invocamos, siempre nos consagramos a ti, pero especialmente ahora en este mes de las flores, que los cristianos te dedicamos a tu amor.

¡Oh Paraíso del nuevo Adan! ¡Oh Huerto cerrado! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano! ¡Oh flor de todas las virtudes y árbol de todas las gracias, cuyo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y gracias de Dios, y fructifique Nuestro Señor Jesucristo en santidad y gracia. Y, pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del amor de Jesucristo, tu Hijo.

- Oración diaria. Día 1:
· Flor del campo. Yo soy la flor del campo, dice la Virgen. María es flor del campo cristiano que nos supera en mérito como la flor a las hierbas, y lleva el fruto preciosísimo de Nuestro Señor Jesucristo. Ofreced flores de virtudes a la Flor del campo.

· Confía en la Virgen. Tú eres la esperanza única de los pecadores, porque por ti esperamos perdón de todos los delitos (San Agustín).

· Examen. Examina hoy tus actos de piedad. ¿Qué actos de piedad tienes? Oración al levantarse, al acostarse, al comer... Misas. Comuniones. Rosarios. Examen de conciencia. Meditación. ¿Y cómo los haces?

· Práctica. Haz propósito de practicar algunos actos de piedad, y de practicarlos bien. Y hoy ofrece alguno especial a la Virgen. Por ejemplo, una visita al Santísimo o una misa.

- Oración a la Virgen del Carmelo.
Acordaos, oh piadosísima Virgen María del Monte Camrelo, que jamás se ha oído decir que ni uno solo de los carmelitas que han acudido a vuestra protección, e implorado vuestro auxilio, haya sido desamparado de Vos. Yo, por tanto, aún pecador pero animado con esta confianza, acudo a Vos, oh Madre Virgen de las vírgenes, a Vos vengo, delante de Vos me presento suplicando y gimiendo. No queráis, oh Madre del Divino Verbo, despreciar mis palabras, antes bien, oídlas benignamente y dadles cumplimiento, pues en Vos, Madre Santa, está puesta mi esperanza como carmelita ya que, siendo yo devoto del Carmelo, Vos sois por tanto mi Reina. Amén.

- Oración final.
Concédenos, os rogamos, Señor Dios, que nosotros tus siervos gocemos de continua salud de alma y de cuerpo, y que por la gloriosa intercesión de la bienvaenturada y siempre Virgen María en su advocación del Carmelo, seamos libres de las tristeza de la vida presente, y podamos un día disfrutar las alegrías de la vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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12.12.21

Novena de las tres Avemarías



Es uso muy general entre los fieles, aún entre los mundanos y entre los viciosos que no han perdido del todo la fe, rezar tres avemarías a la Virgen, al tiempo de acostarse sobre todo. Y son muchos los varones insignes en doctrina y santidad que aseguran que ésta es una devoción muy excelente para obtener la buena muerte, y aún para librarse de pecados y obtener virtudes, especialmente la castidad, y prenda segura de predestinación y de la asistencia de la Virgen en la muerte.

Por ello es muy aconsejable se recen estas tres avemarías todas las noches, y aún también por las mañanas, añadiendo después esta jaculatoria:


"María Madre mía, líbrame hoy de pecado mortal".


Y procura, a la vez, propagar esta devoción entre tus amigos y conocidos.

Otros, además, para obtener alguna gracia o favor cualquiera de la Virgen, le hacen la novena de las tres Avemarías, y aunque para ello baste rezar estas tres avemarías, con todo, para mayor devoción, te proponemos aquí tres oraciones con que las puedes acompañar, las cuales están hechas con las palabras que dijo la Virgen a Santa Matilde.



NOVENA DE LAS TRES AVEMARÍAS


Oh Madre de Dios y Madre de todas las gracias, por las muchísimas que te concedió la Santísima Trinidad, y particularmente por tu poder, sabiduría y ardentísima caridad, te suplico nos concedas a nosotros participar de estas gracias, como participan los hijos de los bienes de sus padres, y especialmente nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena, honrando en ti al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.

(Hágase la petición).

Oh Virgen poderosísima, así como Dios Padre, en su munificencia omnipotente, levantó tu alma sobre un trono de gloria sin igual, hasta el punto de que, después de Él, eres la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también te suplico que me asistas en la hora de la muerte, para fortificarme y rechazar de mí toda la potestad enemiga.

(Rezar un Avemaría).

Oh Virgen sapientísima, así como el Hijo de Dios, conforme a los tesoros de su sabiduría, te adornó y llenó maravillosamente de ciencia y entendimiento, de tal modo que gozas del conocimiento de la Santísima Trinidad más que todos los santos juntos, y como sol brillante, con la claridad de que te ha embellecido, adornas todo el cielo, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, para llenar mi alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas de la ignorancia y del error.

(Rezar un Avemaría).

Oh Virgen amantísima, así como el Espíritu Santo te llenó por completo de las dulzuras de su amor y te hizo tan amable y tan amante que, después de Dios, eres la más dulce y la más misericordiosa, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, llenando mi alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para mí en delicias.

(Rezar un Avemaría).

Virgen Santísima, Nuestra Señora del Carmelo, mantenme siempre bajo vuestro manto.


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11.12.21

En honor de Nuestra Señora de la Buena Muerte



Salve, Madre Dolorosa,
de los mártires la primera rosa,
oye mi voz suplicante:

haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.

Por el dolor, oh María,
que del anciano con la profecía
se clavó en ti como una espada:

haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.

Por el dolor que sufriste
cuando a Egipto te fuiste para salvar al niño:

haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.

Por el dolor con que, triste,
a tu Jesús, que perdiste,
buscabas entre los amigos:

haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.

Por el dolor que te oprimió
cuando tu dulce Hijo salió
agobiado del peso de la cruz:

haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.

Por el dolor en tu corazón clavado
cuando viste a Jesús crucificado,
siendo víctima con él inmolada:

haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.

Por el dolor con que en tus brazos a Cristo,
descolgado de los lazos de la cruz,
recibiste:

haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.

Por el dolor con que sepultaste,
piadosa Madre,
y le dejaste en el sepulcro a tu Hijo:

haz que en la agonía de la muerte,
fiando a tu protección mi suerte,
goce de la paz del justo.

Cristo, cuando de aquí yo tenga que salir,
por tu Madre concédeme llegar
y la palma de victoria recibir.

Amén.

(Oración aprobada por Benedicto XV para los cofrades de la Buena Muerte).

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9.12.21

Novena a Nuestra Señora de los Dolores (yIX)



Por la señal...

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para empezar todos los días:
Oh Virgen, la más dolorosa del mundo después de tu Hijo, a cuyos dolores estuviste perpetuamente asociada. Te ruego que me alcances fortaleza para sufrir por mis pecados, como tú sufriste por los nuestros, a fin de que, crucificando mis pasiones y concupiscencias en la cruz de Cristo, llevando la cruz de mi deber por el camino de mi vida, caminando en pos de mi Señor y perseverando constantemente a tu lado, oh Madre mía, al pie de la cruz de tu Hijo, viva siempre y muera contigo, redimido y santificado pro la sangre preciosísima de nuestro Redentor. También te pido, por tus dolores, que oigas mi petición en esta novena y, si conviene, me la concedas. Así sea.

(se hace la petición que se desea)

- Oración para el día noveno:
Oh Virgen Dolorosa, concédeme que así como tú, por tus dolores, recibes gran gloria en el cielo y triunfas allí como reina gloriosa de los mártires, así yo también, después de una vida mortificada con Cristo, merezca vivir eternamente en la gloria, dichoso con Jesús. Concédeme, oh reina de los mártires, vivir en la cruz con paciencia, morir en la cruz con esperanza, y reinar por la cruz con gloria.

- Oración final para todos los días:
Aviso: Estas oraciones están autorizadas por Benedicto XV para los cofrades de la Buena Muerte, y para ganar las indulgencias.


Acuérdate, Virgen Madre de Dios, estando en la presencia del Señor, de hablar en favor nuestro para que aparte su indignación de nosotros.

Oh Santísima Madre, hazme esta gracia,
fija en mi corazón con eficacia
las llagas de Jesús crucificado.

Haz que de Cristo en mí lleve la muerte,
que participe de su pasión y suerte
y medite en sus llagas, apenado.

Para que no arda en los eternos fuegos,
defiéndeme tú, oh Virgen, con tus ruegos,
en el día del juicio angustiado.

Y tú, oh Cristo, al salir yo de esta vida,
por tu madre querida,
haz que llegue a la palma de la victoria.

Cuando mi cuerpo muera,
haz que mi alma adquiera
del paraíso la gloria.


V.: Ruega por nosotros, Virgen dolorosísima,
R.: que estuviste constantemente junto a la cruz de Jesucristo.


(Ahora se rezan tres Avemarías)


Nuestra Señora de la Buena Muerte, ruega por nosotros.

San José, ruega por nosotros.


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8.12.21

Novena a Nuestra Señora de los Dolores (VIII)



Por la señal...

- Acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.

Amén.

- Oración para empezar todos los días:
Oh Virgen, la más dolorosa del mundo después de tu Hijo, a cuyos dolores estuviste perpetuamente asociada. Te ruego que me alcances fortaleza para sufrir por mis pecados, como tú sufriste por los nuestros, a fin de que, crucificando mis pasiones y concupiscencias en la cruz de Cristo, llevando la cruz de mi deber por el camino de mi vida, caminando en pos de mi Señor y perseverando constantemente a tu lado, oh Madre mía, al pie de la cruz de tu Hijo, viva siempre y muera contigo, redimido y santificado pro la sangre preciosísima de nuestro Redentor. También te pido, por tus dolores, que oigas mi petición en esta novena y, si conviene, me la concedas. Así sea.

(se hace la petición que se desea)

- Oración para el día octavo:
Oh Virgen Dolorosa, por el dolor con que acompañaste a tu Hijo cuando fue enterrado y allí le dejaste supultado, concédeme que yo muera con los auxilios de la religión y sea sepultado entre los fieles cristianos con Cristo, para que en el día del juicio merezca resucitar con los verdaderos cristianos, y ser llevado al Reino de tu Hijo.

- Oración final para todos los días:
Aviso: Estas oraciones están autorizadas por Benedicto XV para los cofrades de la Buena Muerte, y para ganar las indulgencias.


Acuérdate, Virgen Madre de Dios, estando en la presencia del Señor, de hablar en favor nuestro para que aparte su indignación de nosotros.

Oh Santísima Madre, hazme esta gracia,
fija en mi corazón con eficacia
las llagas de Jesús crucificado.

Haz que de Cristo en mí lleve la muerte,
que participe de su pasión y suerte
y medite en sus llagas, apenado.

Para que no arda en los eternos fuegos,
defiéndeme tú, oh Virgen, con tus ruegos,
en el día del juicio angustiado.

Y tú, oh Cristo, al salir yo de esta vida,
por tu madre querida,
haz que llegue a la palma de la victoria.

Cuando mi cuerpo muera,
haz que mi alma adquiera
del paraíso la gloria.


V.: Ruega por nosotros, Virgen dolorosísima,
R.: que estuviste constantemente junto a la cruz de Jesucristo.


(Ahora se rezan tres Avemarías)


Nuestra Señora de la Buena Muerte, ruega por nosotros.

San José, ruega por nosotros.


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