Es uso muy general entre los fieles, aún entre los mundanos y entre los viciosos que no han perdido del todo la fe, rezar tres avemarías a la Virgen, al tiempo de acostarse sobre todo. Y son muchos los varones insignes en doctrina y santidad que aseguran que ésta es una devoción muy excelente para obtener la buena muerte, y aún para librarse de pecados y obtener virtudes, especialmente la castidad, y prenda segura de predestinación y de la asistencia de la Virgen en la muerte.
Por ello es muy aconsejable se recen estas tres avemarías todas las noches, y aún también por las mañanas, añadiendo después esta jaculatoria:
Y procura, a la vez, propagar esta devoción entre tus amigos y conocidos.
Otros, además, para obtener alguna gracia o favor cualquiera de la Virgen, le hacen la novena de las tres Avemarías, y aunque para ello baste rezar estas tres avemarías, con todo, para mayor devoción, te proponemos aquí tres oraciones con que las puedes acompañar, las cuales están hechas con las palabras que dijo la Virgen a Santa Matilde.
Oh Madre de Dios y Madre de todas las gracias, por las muchísimas que te concedió la Santísima Trinidad, y particularmente por tu poder, sabiduría y ardentísima caridad, te suplico nos concedas a nosotros participar de estas gracias, como participan los hijos de los bienes de sus padres, y especialmente nos concedas la gracia que te pedimos en esta novena, honrando en ti al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
(Hágase la petición).
Oh Virgen poderosísima, así como Dios Padre, en su munificencia omnipotente, levantó tu alma sobre un trono de gloria sin igual, hasta el punto de que, después de Él, eres la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también te suplico que me asistas en la hora de la muerte, para fortificarme y rechazar de mí toda la potestad enemiga.
(Rezar un Avemaría).
Oh Virgen sapientísima, así como el Hijo de Dios, conforme a los tesoros de su sabiduría, te adornó y llenó maravillosamente de ciencia y entendimiento, de tal modo que gozas del conocimiento de la Santísima Trinidad más que todos los santos juntos, y como sol brillante, con la claridad de que te ha embellecido, adornas todo el cielo, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, para llenar mi alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas de la ignorancia y del error.
(Rezar un Avemaría).
Oh Virgen amantísima, así como el Espíritu Santo te llenó por completo de las dulzuras de su amor y te hizo tan amable y tan amante que, después de Dios, eres la más dulce y la más misericordiosa, así también te ruego me asistas en la hora de la muerte, llenando mi alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para mí en delicias.
(Rezar un Avemaría).
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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