Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

8.7.21

Oración para pedir todas las gracias



Creo, Señor, pero fortaleced mi fe. Espero, Señor, pero asegurad mi esperanza. Os amo, Señor, pero inflamad mi amor. Me aflijo, Señor, pero aumentad mi arrepentimiento.

Os adoro como a primer principio, os deseo como a último fin, os alabo como a bienhechor perpetuo, os invoco como a defensor propicio.

Dirigidme con vuestra sabiduría, contenedme con vuestra justicia, consoladme con vuestra clemencia, protegedme con vuestro poder.

Os ofrezco, Díos mío, mis pensamientos para pensar en Vos, mis palabras para hablar de Vos, mis obrar para obrar según Vos, mis trabajos para padecerlos por Vos.

Quiero lo que Vos queráis, lo quiero porque lo queréis, lo quiero como lo queréis, lo quiero en cuanto lo queréis.

Os ruego, Señor, que alumbréis mi entendimiento, abraséis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.

Os ruego que no me inficione la soberbia, que no me altere la adulación, que no me engañe el mundo, que no me prenda en sus redes el demonio.

Concededme la gracia de depurar la memoria, refrenar la lengua, recoger la vista, mortificar los sentidos.

Dadme llanto para las iniquidades pasadas, rechazo para las tentaciones futuras, corrección a las inclinaciones viciosas, cultivo para las virtudes que me son necesarias.

Concededme, Dios mío, amor a Vos, odio a mí, celo del prójimo, desprecio del mundo.

Haced que procure obedecer a los superiores, atender a los inferiores, favorecer a los amigos, perdonar a los enemigos.

Ayudadme a vencer el deleite con la mortificación, la avaricia con la generosidad, la ira con la mansedumbre, la tibieza con el fervor.

Hacedme prudente en las determinaciones, constante en los peligros, paciente en las adversidades, humilde en las prosperidades.

Haced, Señor, que sea en la oración fervoroso, en la comida sobrio, en el cumplimiento de mis deberes diligente, en los propósitos constante.

Concededme que trabaje por alcanzar la santidad interior, la modestia exterior, una conducta ejemplar, un proceder arreglado.

Que me aplique con diligencia a domar la naturaleza, a corresponder a la gracia, a guardar vuestra ley, y a alcanzar la salvación.

Que consiga la santidad con la confesión sincera de mis pecados, con la participación devota del cuerpo de Cristo, con el continuo recogimiento del espíritu, con la pura intención del corazón.

Dadme a conocer, Dios mío, cuán frágil es lo terreno, cuán grande es lo celestial y divino, cuán breve lo temporal, cuán duradero lo eterno.

Dadme que me prepare para la muerte, que tema el juicio, que evite el infierno, y que obtenga la gloria del paraíso.

Por nuestro Señor Jesucristo. Así sea.


(Clemente XI)

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7.7.21

Poesía a Jesús crucificado



No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor de tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.


(Oración atribuida a San Francisco Javier)

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6.7.21

Oración a la Santísima Trinidad del beato Carlos Spínola, S. J.



Te adoro, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios mío y mi todo.

Te doy infinitas gracias porque me creaste, me redimiste, me conservas y me sostienes, y por tus sacramentos santísimos.

Te doy infinitas gracias porque me has puesto en la Iglesia, y por todos los innumerables beneficios que a mí y a todo el mundo has hecho.

Ve aquí, Señor mío, que todo yo y cuanto dentro de mí y fuera de mí hay: los pensamientos, palabras y obras de este día y de toda mi vida, todo lo envuelvo en la sangre de tu sacratísimo Hijo, y te lo ofrezco y dedico por tu amor y gloria, así como por la salvación de mis prójimos.

Quita de mí todo lo que te desagrada, límpiame y purifícame, y concédeme todo lo que te agrada.

Dirígeme siempre y toma posesión de mí, según tu beneplácito y tus deseos.

Concédeme, por las entrañas de la bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, que nunca te ofenda, sino que siempre haga tu voluntad.

Dame la perfección según tu Espíritu, para que te agrade durante toda mi vida, así también lléname de santa alegría, para que en todas las cosas y en todas partes te encuentre, y finalmente para que consiga por tu gracia y favor residir siempre y por toda la eternidad en Ti.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

(beato beato Carlos Spínola, S. J.)

5.7.21

Oración a Jesucristo crucificado



Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado en vuestra santísima presencia; os ruego con el mayor fervor imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad, verdadero dolor de mis pecados, y propósito firmísimo de enmendarme. Mientras, yo con todo el amor y con toda la compasión de mi alma y de la que soy capaz, voy considerando vuestras cinco llagas, teniendo presente aquello que dijo de Vos, ¡oh buen Jesús!, el santo profeta David: "Han taladrado mis manos y mis pies, y se pueden contar todos mis huesos".

(Indulgencia plenaria con las debidas disposiciones: confesar, comulgar, y rezar por las intenciones del Papa delante de una imagen de Cristo crucificado).

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4.7.21

Himno de acción de gracias (Te Deum)



A ti, oh Dios, alabamos, a ti Señor, confesamos.
A ti eterno Padre, venera toda la tierra.
A ti los ángeles todos, a ti los cielos y todas las Potestades.
A ti los Querubines y Serafines, en incesante canto proclaman:

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos.
Llenos están los cielos y la tierra de la majestad de tu gloria.


A ti el glorioso coro de los Apóstoles,
a ti de los profetas la multitud venerable,
a ti de los mártires el espléndido ejército te alaba.

A ti por todo el orbe de la tierra, te confiesa la santa Iglesia,
Padre de inmensa majestad;
y venerable a tu verdadero y único Hijo;
y santo también al paráclito Espíritu.

Tú eres Rey de la gloria, oh Cristo.
Tú del Padre eres el Hijo eterno.
Tú, deseando salvar al hombre, te dignaste bajar al seno de una virgen.
Tú, destruido el dardo de la muerte, abriste a los creyentes los reinos de los cielos.
Tú estás sentado a la diesta de Dios en la gloria del Padre.

Creemos que vendrás como juez;
y por eso te rogamos que socorras a tus siervos que redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que seamos numerados con tus Santos en la gloria eterna.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice a tu herencia.
Y rígenos y condúcenos hasta la eternidad.

Todos los días te bendecimos,
y alabamos tu nombre por los siglos y los siglos de los siglos.
Dígnate, Señor, guardarnos en este día sin pecado.
Venga tu misericorida, Señor, sobre nosotros conforme a la esperanza que tenemos en ti.
En ti, Señor, he esperado; no seré confundido Jamás.

Benedicamus Patrem et Filium cum Sancto Spiritu.
Laudemus et superesxaltemus eum in saecula.


Bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Alabémosle y exatltémosle por los siglos.


Oremos:
Oh Dios, cuya misericordia no tiene medida, y cuya bondad es un tesoro infinito. A tu misericordiosísima majestad damos gracias por los beneficios que nos has hecho, implorando siempre tu clemencia, para que así como concedes sus deseos a los que piden, así sin abandonarlos los dispongas a los premios futuros.

Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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