Desprecio de los bienes mundanos

29.12.23

Letanías del Dulce Nombre de Jesús



Dios Padre celestial,
R.: ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Santísima Trinidad, un solo Dios,
R.: ten misericordia de nosotros.


Jesús, escúchame.
R.: Jesús, escúchame.


Jesús, Verbo encarnado,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, esplendor del Padre,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Rey de la Gloria,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Sol de Justicia,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Hijo de la Virgen María,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús amable,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús admirable,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús Salvador fuerte,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, padre del siglo futuro,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Ángel del gran consejo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, vencedor de la muerte,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús poderosísimo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús pacientísimo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús obedientísimo,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, dulce y humilde de corazón,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, amante de la castidad,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, que nos honráis con vuestro amor,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Dios de paz,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, autor de la vida,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, modelo de las virtudes,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, celador de las almas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestro Redentor,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestro refugio,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestra esperanza,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestro Pontífice,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, padre de los pobres,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, tesoro de los fieles,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, buen Pastor,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, verdadera luz,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, sabiduría eterna,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, bondad infinita,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, nuestra vía y nuestra vida,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, felicidad de los ángeles,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, rey de los patriarcas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, inspirador de los profetas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, Maestro de los apóstoles,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, doctor de los Evangelistas,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, fuerza de los mártires,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, luz de los Confesores,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, pureza de las Vírgenes,
R.: ten misericordia de nosotros.

Jesús, corona de todos los Santos,
R.: ten misericordia de nosotros.


Sea tu favor con nosotros,
R.: Jesús, perdonadme.

Sea tu favor con nosotros,
R.: Jesús, escuchadme.

De mis pecados,
R.: libradme, Jesús.

De los espíritus de tinieblas,
R.: libradme, Jesús.

De los ataques del enemigo,
R.: libradme, Jesús.

De la impenitencia final,
R.: libradme, Jesús.

De la muerte eterna,
R.: libradme, Jesús.


Por el misterio de vuestra Encarnación,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra Natividad,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra infancia tierna,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra vida purísima,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestros trabajos y predicaciones,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra oración en el huerto,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra pasión cruelísima,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra cruz,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra agonía,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra muerte y sepultura,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra Resurrección triunfante,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra Ascensión gloriosa,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestras alegrías eternas,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestra gloria infinita,
R.: libradme, Jesús.

Por vuestro dulce y poderoso nombre,
R.: libradme, Jesús.


Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R.: perdonadme, Jesús.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R.: escuchadme, Jesús.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R.: ten piedad de mi alma, Jesús.


Jesús, escúchame.
R.: Jesús, escúchame.


Santa Virgen María del Carmelo,
R.: rogad por mí a Jesús.


Bendito y alabado sea el dulcísimo nombre de Jesús, y que en el instante de la muerte Él nos endulce la agonía.

Amén.


28.12.23

Soneto al Dulce Nombre de Jesús



Es grata al caminante en noche fría
la alegre llama del hogar caliente,
grata al que corre bajo sol ardiente
la fresca sombra de arboleda umbría.

Grato, como dulcísima armonía,
para el sediento el ruido de la fuente,
y grato respirar en libre ambiente
para quien sale de mazmorra impía.

Es grata, en fin, la lluvia al campesino,
grata al guerrero la belicosa fama,
y grato el natal suelo al peregrino.

Pero más que aire, sombra, fuente y llama,
más que lluvia, patria, laurel... ¡Jesús Divino!,
tu nombre es grato al corazón que te ama.



26.12.23

Homenaje para la Octava de Navidad



La Octava de Navidad comienza el día 25 de diciembre y concluye el día 1, unos días muy importantes entre los que se encuentran la festividad de San Esteban (el primer mártir cristiano, 26 de diciembre), San Juan Evangelista (27 de diciembre), el día de los Santos Inocentes (28 de diciembre) y finalmente el día 1 de enero, festividad de Santa María Madre de Dios.

"Venite, exultemus Domino...".
(Salmo 34)



Vírgenes de Judá, templad gozosas las cítaras suaves,
y vuestras frentes coronad de rosas.

Canten himnos las aves, de insólita dulzura.

Bramen de gozo los montaraces brutos,
conmueva el mar su líquida llanura.

Sus más preciosos frutos, las plantas y los árboles ostenten.

Rindan por doquier tributo,
de variados aromas,
las hierbas y las flores.

Que las ondas se argenten
de todo lago, arroyuelo y río.

Que montañas y lomas
se cubran de verdores,
bordados por las perlas del rocío.

Que arrullen las palomas,
con amorosos ecos,
de los duros peñascos en los huecos.

Que en caprichosos giros
los céfiros alados
murmuren por los valles perfumados.

Semejando de amor dulces suspiros,
que el espacio se pueble de armonías,
y que la tierra toda,
vuelta al vigor de sus primeros días,
como virgen galana que festeja su boda
de su pompa y beldad se ostente ufana.

Mientras los puros rayos matinales
recaman de oro, y de zafir y grana
los muros celestiales.

Disipando las sombras de la muerte luce, por fin,
el astro de alegría,
que un siglo al otro siglo prometía
y que hoy en gloria nuestro afán convierte.

¡Cantemos al Dios fuerte!
¡Cantemos la salud que nos envía!


25.12.23

Homenaje al Señor en Navidad



¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!


¡Oh divino Jesús recién nacido!, permitid que, repitiendo jubilosos las angélicas palabras, vengamos como los pastores de Belén a adoraros con sencilla fe en la humilde cuna que habéis escogido para Vos. Permitidnos glorificar ante Vos y por Vos al Padre omnipotente, cuya benéfica voluntad venís a ejecutar en la tierra, y al paráclito Espíritu Divino por cuya operación inefable fuisteis encarnado en el virgíneo seno de María.

Transportándose nuestro pensamiento al venturoso pesebre, os contemplamos llenos de alegría en aquellos purísimos y maternales brazos de la que fue bendita entre todas las mujeres, y nos unimos a cuantas generaciones la han aclamado y aclamarán bienaventurada, por las cosas grandes que ha hecho en ella el que es Todopoderoso, cuyo nombre es santo, y cuya misericordia se extiende de siglo en siglo a todos cuantos le temen.

¡Oh Salvador del mundo! Dignaos aceptar, por la augusta mediación de esa Madre gloriosa y del fiel custodio de vuestra infancia, San José, los humildes homenajes de nuestra indignidad, y en gozo de vuestro fausto nacimiento, concedednos el perdón de todas nuestras culpas, gracia para no volver a cometerlas, y a cada uno -si conviene- el favor especial que os pide (aquí se puede decir mentalmente lo que se desea alcanzar).

Pero no os pedimos solo para nosotros los divinos favores, pues para todos habéis nacido, Niño poderosísimo, y por todos debemos imploraros en esta gran hora de universal salud, como es vuestro deseo.

Recibid, pues, nuestros rendidos ruegos en favor de vuestra Iglesia, conservadla y santificadla más y más, colmando de bendiciones a su cabeza visible, nuestro Papa, a los obispos y demás pastores de vuestro espiritual rebaño.

Volved también, dulcísimo Jesús, volved la mirada piadosa de vuestros divinos ojos hacia los infieles, herejes y descreídos. Haced brillar vuestra luz para los que yacen entre sombras de muerte, y no permitáis que el infierno esclavice para siempre a ninguno de los que hicísteis vuestros hermanos, al revestiros de la naturaleza humana.

Sí, adorable Dios Niño, nosotros recurrimos a los inmensos tesoros de vuestra caridad en pro de todos los hombres, para que preservéis a los buenos de ominosas caídas, convirtáis a los malos, sanéis a los enfermos, consoléis a los tristes, defendáis a los perseguidos, confortéis a los débiles, protejáis a los desamparados, llaméis a vida eterna a los difuntos.

Nosotros os suplicamos, poniendo por interecesora a la bendita Virgen Madre, y Señora del Carmelo, y a su dignísimo esposo San José, que atendáis asimismo a los votos de nuestros corazones respecto a cuantas personas nos son particularmente queridas, tanto a las vivas como a las difuntas. Por ellos, y por cuantos dedican este día de Navidad con especial intención -a la que nos asociamos-, os rendimos, ¡amable Salvador recién nacido!, mil acciones de gracias por vuestra venida a este valle de lágrimas, como remedio de todas nuestras miserias; y os suplicamos se las tributéis por nosotros al Padre celestial, que nos ha colmando en Vos de toda suerte de bienes.

¡Viva Jesús! ¡Viva María! ¡Viva José!


Amén.

24.12.23

Práctica y homenaje para Nochebuena



¿Cuál es el cristiano que no haya sentido, cualesquiera que sean las circunstancias de su vida, la íntima y religiosa alegría que trae consigo cada año el santo aniversario del nacimiento de Cristo?

En medio de las brumas y de la melancólica desnudez del invierno, cuando el firmamento aparece como enlutado, cuando los campos sin verdor ni flores se cubren solamente con la monótona blancura de la escarcha y la nieve, cuando en vez de áuras balsámicas, que suspiren amorosamente, sólo se escuchan los silbadores vientos septentrionales... En medio, en fin, de toda la tristeza de la estación más rigurosa, ¿por qué divino encanto siempre es plácida y bella, para las almas creyentes, la larga noche del veinte y cuatro de diciembre?