Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

1.12.23

Oración en recuerdo de la infancia silenciosa del Salvador del mundo



La Santísima Virgen fue la primera en recibir las divinas miradas, las celestiales sonrisas del Niño Dios. Ella lo tuvo sobre su corazón a su entrada en el mundo, ella lo alimentó en su virginal seno, ella le prodigó tiernísimos cuidados de que Él se dignó tener necesidad. Ella, en fin, oyó las primeras palabras balbuceadas en su regazo por el que era Verbo Eterno de Dios.


Oración:
¡Oh María! Considerando el júbilo de vuestra alma al recibir las primeras miradas, las primeras sonrisas de vuestro Divino Hijo, y cuánto debísteis trasportaros escuchando los infantiles acentos del que, siendo Palabra Eterna del Padre, quiso -haciéndose niño- aprender a hablar de Vos, balbuceando en vuestro regazo el dulce nombre de Madre, no podemos menos, Señora, que felicitaros por tan sublimes gozos. Al mismo tiempo os suplicamos que, por las caricias del Dios Niño, nos alcancéis la felicidad de una mirada misericordiosa de sus divinos ojos, a fin de celebrar con Santo regocijo este sagrado misterio.

Amén.


30.11.23

Oración para la festividad de La Anunciación



El ángel de la Anunciació hizo oír a la bienaventurada Virgen el dulcísimo nombre de Jesús que debía tener su hijo, para que comprendiese que era el Mesías prometido, el Salvador esperado por las naciones. Y al divino encanto de ese nombre, el alma de María debió inundarse de júbilo inefable.


Oración:
Virgen bienaventurada, que tuvisteis el privilegio de escuchar antes que nadie el adorable nombre de Jesús, ante el cual se humillan la tierra, los cielos, los infiernos..., obtenednos de vuestro Hijo que pase aquel Santo nombre de vuestro corazón a los nuestros, para que los ilumine, los fortifique, los consuele..., abrasándolos en su amor.

Amén.


29.11.23

Oración rememorando a la siempre Virgen María



Honrando y venerando, ¡oh Señor Dios nuestro!, la gloriosa memoria de la siempre fiel Virgen María, a quien os dignásteis enaltecer sobre todas las criaturas, escodigéndola para Madre de vuestro Divino Verbo encarnado por la salud de los hombres, rogamos humildemente a vuestra infinita misericordia, por los merecimientos del Santísimo Hijo y la intercesión de su bendida Madre, nos perdonéis todos nuestros pecados, nos deis gracia para enmendarnos y perseverar en vuestro santo servicio, y hagáis extensivos estos soberanos beneficios a nuestros parientes, cofrades hermanos, amigos y bienhechores.

Dignaos asimismo, Señor liberalísimo, conservar, santificar y enaltecer a vuestra Iglesia; extirpar las herejías; convertir a los herejes, infieles y pecadores; establecer la paz y la concordia entre todos los pueblos y reinos cristianos, y dar descanso eterno a las almas de los fieles difuntos, haciendo llegue a ellos la bendición que imploramos.

Así sea, en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

Amén.


28.11.23

Oración para la festividad de la Asunción de María



La Santa Virgen murió, como su Divino Hijo, cuando hubo terminado su gloriosa misión, siendo la de ella dar por muchos años a la naciente Iglesia el ejemplo admirable de todas las virtudes, en el grado más heróico.

Su muerte, más que muerte, fue indudablemente un rapto de divino amor, que transportó al cielo tan purísima alma, y el cuerpo -que fue templo vivo del Verbo de Dios- no pudo ser sujeto a corrupción, sino que resucitando, como el Sacratísimo cuerpo del Redentor, fue elevado en gloriosa asunción al Eterno Trono de su Hijo, donde venera la Iglesia a María como Reina de los ángeles y de los hombres
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Oración:
Haciendo grata memoria de vuestra Asunción gloriosa, ¡oh hija predilecta de Dios Padre!; ¡oh Madre bendita de Dios Hijo!; ¡oh Esposa sagrada del Espíritu Santo!, nos postramos ante la Santísima Trinidad con alma regocijada, y le rendimos humildes acciones de fervoroso agradecimiento por todas las gracias y augustos privilegios de que fuísteis enriquecida.

Presentadle Vos, Virgen de las vírgenes, estas expresiones de júbilo junto con nuestros corazones agradecidos, mientras os aclamamos exaltados de devoto gozo Reina del cielo y de la tierra, bendiciendo una y mil veces esa santa corona de vuestra gloria.

Amén.


27.11.23

La humildad de Jesús para con sus padres



Nuestro Señor pasó treinta años de su vida en el hogar oscuro de Nazareth, sujeto (como nos lo menciona el evangelista) a los santos esposos María y José.

Oración:
¡Oh incomparable María! Nuestro pensamiento se confunde al considerar que todo un Dios os respetaba como Madre, os estaba sujeto, y aún también a vuestro digno esposo. Os acompañaba a los dos, como buen hijo, en los quehaceres domésticos, como en cualquier otro hogar anónimo.

Y en medio de la inmensa gloria que era para Vos aquella filial sumisión del Todopoderoso, lejos de ufanarse vuestra alma, no hacía más que sumirse humildemente en la profundísima adoración de tan sagrado misterio.

Jesús vivió para Vos sola durante treinta años; dignaos pues alcanzarnos de su bondad -por el recuerdo de esa tan horadísima dicha- que nos conceda vivir desde hoy para Él solo, y a fin de merecer y realizar ese deseo enseñadnos, Virgen admirable, a adorar y a imitar como Vos los sublimes abatimientos del Verbo encarnado.

Amén.