El ángel de la Anunciació hizo oír a la bienaventurada Virgen el dulcísimo nombre de Jesús que debía tener su hijo, para que comprendiese que era el Mesías prometido, el Salvador esperado por las naciones. Y al divino encanto de ese nombre, el alma de María debió inundarse de júbilo inefable.
Oración:
Virgen bienaventurada, que tuvisteis el privilegio de escuchar antes que nadie el adorable nombre de Jesús, ante el cual se humillan la tierra, los cielos, los infiernos..., obtenednos de vuestro Hijo que pase aquel Santo nombre de vuestro corazón a los nuestros, para que los ilumine, los fortifique, los consuele..., abrasándolos en su amor.
Amén.
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