Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

24.6.22

Algún día



Algún día, cualquier día, doblarás otra vez el recodo del camino. Te veré acercarte, ligero el paso, con el corazón en vilo. Oiré tu voz llamándome, veré tus ojos mirándome, sentiré tus brazos abrazándome.

Y sabré que tu amor es más fuerte que mis dudas, cansancios y necedades.

Algún día, cualquier día... ¡Quizá sea ahora!


Florentino Ulibarri

23.6.22

San Juan Pablo II habla sobre el rosario



El rosario es mi oración predilecta, ¡plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad. Con el trasfondo de las Avemarías pasan, ante los ojos del alma, los episodios principales de la vida de Jesucristo.

Los misterios del rosario, en su conjunto, nos ponen en comunión vital con Jesús a través -podríamos decir- del Corazón de su Madre. Al mismo tiempo, nuestro corazón puede incluir en estas decenas del rosario todos los hechos que entraman la vida de la persona, la familia, la nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevamos más en el corazón. De este modo, la sencilla plegaria del rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana.


San Juan Pablo II

22.6.22

Confiar en Dios



La santidad no consiste en tal o cual práctica, sino en una disposición del alma que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra nada, y confiados hasta la audacia en la bondad del Padre.

Santa Teresa del Niño Jesús

21.6.22

Samaritano



Señor, no quiero pasar de largo ante las personas heridas en el camino de la vida. Quiero contagiarme de tu compasión y acercarme para expresar tu ternura, ofrecer el aceite que cura las heridas y el vino que sana y consuela.

Jesús, buen samaritano, acércate a mí, llévame en tus brazos, pues soy oveja perdida. Carga con mis caídas, hazte presente en mis horas bajas. Deseo tener tus mismos sentimientos y no dar más ningún rodeo ante el hermano que sufre. Deseo hacerme compañero de sus caminos, amigo de sus soledades, y cercano a sus dolencias.

Juan José Martínez Domingo.

20.6.22

Mes del Sagrado Corazón de Jesús: acto de entrega



Quita de mí, Señor, este corazón de piedra; quita de mí este corazón endurecido. Tú que purificas los corazones y amas los corazones puros, toma posesión de mi corazón y habita en él, llénalo de tu presencia.

Tú que eres superior a lo más grande que hay en mí, y que estás más dentro de mí que mi propia intimidad. Tú que eres el modelo perfecto de la belleza y el sello de la santidad, sella mi corazón por tu misericordia, oh Dios, mi lote perpetuo por quien se consume mi corazón. (Sal 73, 26)

Balduino de Canterbury