Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

16.4.22

Jaculatorias con indulgencias



Todas estas jaculatorias son aplicables a las almas del purgatorio, excepto las que tengan un asterisco (*).


- En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. (Haciendo la señal de la cruz)

50 días cada vez, y si se hace con agua bendita, 100 días.




- ¡Mi Dios, mi único bien! Vos sois todo para mí, sea yo todo para Vos.

* 300 días una vez al día. Plenaria al mes.




- Señor, conservadme la fe.

100 días cada vez con corazón contrito y devoto.




- Oh Señor, haced que os ame y que el premio de mi amor sea amaros cada vez más. (San Ignacio).

100 días una vez al día.




- Padre Eterno, os ofrezco la preciosísima Sangre de Jesucristo en expiación de mis pecados, y por las necesidades de la Santa Iglesia.

100 días de indulgencia cada vez.




- Cúmplase siempre la justísima, altísima y amabilísima voluntad de Dios, y eternamente sea alabada y exaltada en todas las cosas.

100 días de indulgencia una vez al día; plenaria al año diciéndola todos los días, y también en la hora de la muerte.




- Bendito sea Dios.

* 50 días de indulgencia cada vez que se diga esta jaculatoria al oír una blasfemia.




- ¡Jesús!

25 días cada vez. Plenaria a la muerte si se le ha invocado frecuentemente en vida.




- ¡Jesús, María!

300 días cada vez.




- ¡Jesús, María y José!

7 años y 7 cuarentenas cada vez; plenaria al mes diciéndola cada día.




- ¡Jesús mío, misericordia!

300 días cada vez.




- Jesús, Hijo de David, tened misericordia de mí.

100 días una vez al día.




- ¡Oh dulcísimo Jesús!, no seáis mi juez, sino mi salvador.

50 días cada vez.




- Jesús, Dios mío, os amo sobre todas las cosas.

50 días cada vez.




- ¡Oh Jesús!, tened compasión de mí.

100 días una vez al día.




- Te adoramos, Santísimo Señor Jesucristo, y te bendecimos, pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.

100 días una vez al día.




- Señor mío y Dios mío.

7 años y 7 cuarentenas cada vez que se diga mirando piadosamente a la Sagrada Hostia en la elevación de la Misa y/o exposición del Sacramento de su Divina Majestad.




- Sea por siempre bendito y alabado el Santísimo y divinísimo Sacramento.

100 días de indulgencia una vez al día; 100 tres veces al día los jueves y días de la octava del Corpus, diciéndola tres veces en dichos días; plenaria cada vez, rezándola todos los días.




- Oh Jesús, para ti vivo. Oh Jesús, para ti muero. Oh Jesús, tuyo soy en la vida y en la muerte.

100 días. Plenaria al mes.




- Jesucristo, Hijo de Dios vivo, luz del mundo, yo te adoro, para ti vivo y para ti muero. Amén.

100 días una vez al día.




- Dulce Corazón de mi amado Jesús, haced que os ame cada vez más.

300 días cada vez.




- Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

300 días cada vez. Plenaria al mes.




- Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros tu reino.

300 días cada vez.




- Corazón de mi amable salvador, haz que arda y siempre crezca en mí tu amor.

300 días cada vez; plenaria al mes diciéndola todos los días.




- Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús.

100 días una vez al día.




- Jesús manso y humilde de corazón, haced mi corazón semejante al vuestro.

300 días cada vez.




- Dulce Corazón de Jesús, sed mi amor.

300 días cada vez.




- ¡Todo por Vos, Corazón sacratísimo de Jesús!

300 días cada vez.




- Corazón de Jesús inflamado en nuestro amor, inflamad nuestro corazón en amor vuestro.

* 100 días cada día.




- Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
- Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
- Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mía.

100 días de indulgencia cada vez por cada una de estas tres jaculatorias.




- Oh María, concebida sin pecado, rogad por nosotros que acudimos a Vos.

100 días una vez al día, y llevando la medalla milagrosa los 100 días cada vez.




- Bendita sea la Santa e Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios.
- Madre de amor, de dolor y de misericordia, rogad por nosotros.
- Dulce Corazón de María, sed mi salvación.
- Nuestra Señora del Pilar, rogad por nosotros.
- Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros.
- ¡Oh Madre mía! ¡Oh esperanza mía!

300 días cada una de estas jaculatorias.




- Santa María, líbranos de las penas del infierno.
- Madre del Perpetuo Socorro, rogad por nosotros.
- Reina del Santísimo Rosario, rogad por nosotros.

100 días cada una de estas jaculatorias.




- Ave María Purísima (y también, respondiendo ante quien lo dice: "Sin pecado concebida").

50 días cada vez a los fieles que vivan en dominios españoles.




- Oh María, que entrasteis en el mundo sin pecado, obtenedme la gracia de salir sin pecado de esta vida.

100 días una vez al día.




- Virgen Madre de Dios, María Santísima, rogad a Jesús por mí.

* 50 días una vez al día.




- ¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Acordaos de mí que soy vuestro. Guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra.

* 40 días cada vez que se rece durante las tentaciones.




- Alcanzadnos, Santísimo José, que vivamos una vida sin mancilla, seguros siempre en el amparo de vuestro patrocinio.

300 días una vez al día.




- San Miguel Arcángel, defendednos en la pelea, para que no perezcamos en el día tremendo del juicio.

* 100 días una vez al día.




- Angel de Dios, que por la misericordia divina me fuisteis dado para cuidarme: iluminadme, guardadme, dirigidme y gobernadme. Amén.

100 días de indulgencia cada vez; plenaria al mes diciéndola todos los días, y en la hora de la muerte a los que la hayan dicho frecuentemente.




- Dignaos, Señor, conceder la vida eterna a todos los que nos hacen bien por vuestro nombre. Amén.

* 50 días dos veces al día.




- Corazón divino de Jesús, convertid a los pecadores, salvad a los moribundos, librad a las almas santas del purgatorio.

300 días cada vez.




- Piadosos Jesús, dadles (o dadle) el descanso eterno.

300 días por los difuntos.




- Dad, Señor, descanso eterno a las almas de los fieles difuntos, y la luz perpetua luzca para ellas.

50 días por los difuntos.




- María, Madre de Dios y Madre de misericordia, rogad por nosotros y por los fieles difuntos.
- Santa María Libertadora, rogad por nosotros y por las ánimas del purgatorio.

100 días.




- Señor Dios mío, cualquiera que sea el género de muerte que quieras darme, con todas sus amarguras, penas y dolores, lo acepto desde ahora de tu mano con ánimo tranquilo y alegre.

* Indulgencia plenaria para el artículo de la muerte, a los que lo digan en cualquier día de su vida, con las condiciones de costumbre (confesarse, comulgar, orar por las intenciones del Papa...).

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14.4.22

El voto de castidad



Muchas personas virtuosas, sobre todo en la juventud, suelen hacer voto de castidad para mejor guardarse del vicio de la dehonestidad, y agradar e imitar a la Virgen Santísima, que lo hizo en su niñez inspirada del Espíritu Divino.

Este voto obliga a abstenerse de todo acto deliberado que sea contra el sexto mandamiento o el noveno, y a no casarse mientras dure el voto. Y si bien no es obligatorio, es conveniente que el que lo hace tenga una vida más recogida, más modesta en el vestir y en el proceder, más mortificada en los sentidos, y más alejada de la vida mundana y diversiones del siglo.

El voto de castidad puede ser perpetuo y para siempre, o temporal. No conviene de ningún modo hacer voto perpetuo sin consejo y licencia de un prudente confesor, que lo concederá a muy pocas personas, y éstas muy probadas. Es mejor hacer voto temporal de castidad, como para un año, o hasta una fiesta de la Virgen o del Señor, y aún esto hágase con consulta del confesor. Al confesor también se debe preguntar cualquier duda, o consultar cualquier dificultad que se tenga en entenderlo, guardarlo o/y cumplirlo.


ORACIÓN PARA HACER Y RENOVAR EL VOTO DE CASTIDAD

Todopoderoso y sempiterno Dios, yo (decimos nuestro nombre), aunque enteramente indigno de presentarme ante vuestra divina presencia, confiado en vuestra piedad y misericordia infinita y movido del deseo de serviros, y de imitar y agradar a vuestra Purísima Madre, Virgen de las Vírgenes, delante de la Sacratísima Virgen María del Monte Carmelo y de toda la corte celestial, hago a vuestra Majestad Divina voto de castidad, prometiendo guardarme hasta (decir la fecha: la fiesta, el día...).

Mas ahora a vuestra inmensa bondad y clemencia suplico humildemente, por la sangre de Jesucristo, y por la intercesión de su Madre Castísima, que os dignéis aceptar con agrado este voto, y así como me habéis dado gracia para deserlo y ofrecerlo, así me la deis también, y de forma muy abundante, para cumplirlo. Amén.

(Rezar ahora tres Avemarías a la Santísima Virgen Carmelitana).


Saber más:
Catecismo católico - sexto mandamiento, noveno mandamiento -

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12.4.22

Qué son los votos personales (y qué no son)



Muchas personas piadosas hacen votos y promesas a Dios muchas veces, bien para obtener alguna gracia, o para adquirir más perfección y agradar más a nuestro Señor. El voto es una promesa deliberada hecha a Dios de una cosa mejor. No son votos los sencillos propósitos que hacemos a Dios, o en nuestro interior, de alguna materia, sino que el voto es una promesa formal, deliberada, advertida, considerada, con la cual nos comprometemos seriamente y bajo pecado a alguna cosa. Si no hubo advertencia plena, intención de obligarse y libertad de cumplir, el voto no vale nada, y es como si no se hubiera hecho. Y cuando uno mismo duda de si hizo voto o sencillo propósito, no se tenga por obligado como voto.

Puede uno obligarse con voto, según cada uno quiera, o bajo pecado mortal o bajo pecado venial. Pero ahora bien, es de advertir que no se puede uno obligar bajo pecado mortal cuanto la materia es leve, por ejemplo a rezar una vez tres Avemarías. En cambio, puede obligarse bajo pecado venial, aunque la materia sea grave (por ejemplo, hacer voto por erigir un templo).

Consejos acerca de los votos:
- No se hagan sin reflexionar.
- No se hagan votos numerosos, es mejor hacer pocos y cumplirlos.
- No se hagan votos sobre cosas muy difíciles.
- Consultar antes a un director espiritual prudente.
- Cuando se tenga dificultad real y manifiesta en cumplir un voto, acudir a un confesor.

En general, es mejor contentarse con hacer propósitos sin más, y cumplirlos, y sólo dejar los votos para los casos más graves, o para estados en los que son necesarios (sacerdocio, matrimonio, consagración...). Con cumplir los propósitos que realicemos ya tendremos tarea más que suficiente, sin necesidad de acudir a votos estrafalarios. Hacer votos a la ligera cuando estamos en dificultades o en situaciones extremas (enfermedad mortal, gran desgracia personal...) no es nada aconsejable, dado que podríamos incurrir en pecado cuando, una vez superada la situación, nos olvidemos del voto o no estemos en condiciones de cumplirlo. Por ello, los votos siempre han de darse en situaciones de paz espiritual, y de equilibrio emocional y en profunda serenidad.

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10.4.22

Los nueve primeros viernes de mes



La gran promesa:
Entre las muchas y ricas promesas que Jesucristo hizo a los que fuesen devotos de su Sagrado Corazón, siempre ha llamado y llama la atención la que hizo a los que comulgasen en honra suya nueve primeros viernes de mes seguidos. Es tal, que todos la conocen con el nombre de "la gran promesa".

He aquí cómo la refiere santa Margarita de Alacoque:

"Un viernes, después de la Sagrada Comunión, mi Divino Maestro dijo a esta su indigna esclava lo siguiente: 'Yo te prometo en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros vienes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final, que no morirán en mi desgracia ni sin recibir los Sacramentos, sirviéndoles mi Corazón de asilo seguro en aquella última hora'".

Lo que se compromete en esta promesa:
En esta promesa se promete el favor de morir en gracia de Dios. Sea que reciba los sacramentos en la última hora, sea que los haya recibido antes y no haya perdido la gracia después, sea que haga un acto de contrición equivalente al sacramento de la penitencia, según esta promesa, el que comulgue seguidos nueve primeros viernes morirá con los sacramentos, y en gracia y amistad de Dios.

Lo que es necesario hacer para obtener esta gracia:
Comulgar nueve primeros viernes de mes seguidos en gracia de Dios, con intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús. Esto es lo necesario y nada más, ni confesión, ni oraciones, ni otras prácticas de otro tipo.

Lo que conviene hacer para obtener esta gracia:
Además de esto, para celebrar bien los primeros viernes en honra del Corazón de Jesús, conviene, aunque no es necesario, honrar al Corazón divino con algunas devociones, ora solemnes, como suelen usarse en algunos Apostolados, o bien privadas, según la devoción y posibilidades de cada uno.

Culto solemne el primer viernes.
Por la mañana se puede tener comunión general a buena hora, y a la tarde una función más o menos breve y solemne al Corazón de Jesús, exponiendo al Santísimo, explicando o leyendo la Intención del mes o algunas palabras acerca de ella, rezando las letanías y algún acto de desagravio o de consagración. Caso de no poderse hacer esto a la tarde, se puede hacer todo ello en la misma mañana durante la misa de comunión.

Culto privado el primer viernes:
Cuando no hay culto público o no se puede asistir a él, se puede hacer de forma particular. Por ello, se puede realizar la oración siguiente, además de las letanías al Sagrado Corazón de Jesús, o algún acto de desagravio, o de consagración. También se puede acompañar de una novena, coincidiendo con los nueve primeros viernes de los nueve meses.


Oración para el culto privado, que puede hacerse después de cada una de las comuniones de los nueve primeros viernes de mes:
Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y bondadosísima misericordia prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos, acordaos de esta promesa y a mí, indigno siervo vuestro, que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en Vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.

Jaculatorias:
Corazón de Jesús, Casa de Dios y Puerta del cielo, tened piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, rico con todos los que os invocan, tened piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, esperanza de los que mueren en Vos, tened piedad de nosotros.


Letanías al Sagrado Corazón de Jesús:
Señor, ten piedad de nosotros..
- Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad de nosotros...
- Cristo, ten piedad
Señor: ten piedad de nosotros...
- Señor, ten piedad

Jesucristo, óyenos...
- Cristo, óyenos
Jesucristo, escúchanos...
- Cristo, escúchanos

Oh Dios, Padre Celestial...
- Tened misericordia de nosotros

Dios Hijo, Redentor del mundo...
- Tened misericordia de nosotros

Dios Espíritu Santo...
- Tened misericordia de nosotros

Santísima Trinidad, un solo Dios...
- Tened misericordia de nosotros

Corazón de Jesús, Hijo Eterno del Padre...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, de majestad infinita...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, templo santo de Dios...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, sagrario del Dios Altísimo...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, fuego inagotable de caridad...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, donde se encierra toda justicia y todo amor...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, pleno de bondad y de amor...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, ilimitado en todas las virtudes...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, dignisimo de toda alabanza...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, en quien existen todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, en quien habita la plenitud de la divinidad...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, en quien el Padre Celestial se ha complacido plenamente...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos nos enriquecemos...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, deseado de todas las naciones...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, paciente y de gran misericordia...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, rico y generoso con todos los que te invocan...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, propicio a perdonar nuestros pecados...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, saturado por los oprobios de la gente...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, quebrantado por nuestros pecados...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, obediente hasta la muerte...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, atravesado por una lanza...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, víctima de los pecadores...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren...
- Ten piedad de nosotros

Corazón de Jesús, delicia de todos los santos...
- Ten piedad de nosotros

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo...
- Perdónanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo...
- Escúchanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo...
- Ten misericordia de nosotros

¡Jesús, manso y humilde de corazón...,
- haced nuestro corazón semejante al vuestro!

Oración de las letanías:
Omnipotente y sempiterno Dios, mira al Corazón de tu amantísimo Hijo y a las alabanzas y satisfacciones que te dió en nombre de los pecadores, y concede propicio el perdón a los que imploramos tu misericordia, en nombre de tu mismo Hijo Jesucristo, que contigo vive y reina en unión con el Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.


Consagración al Sagrado Corazón de Jesús:
Rendido a vuestros pies, ¡oh, Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro amabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros, como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesucristo, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy inculto, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas para que sean luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los abatidos, y caigo a cada paso y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sé tú todo para mí, Sagrado Corazón, socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda mi necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón: Vos lo alentasteis, cuando con tiernos acentos dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: "Venid a Mí..., Aprended de Mí..., Pedid..., Llamad...,". A las puertas de vuestro Corazón vengo, pues, hoy, y llamo, y espero. Del mío os hago, ¡oh mi Señor!, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo todo Vos, tomad Vos todo cuanto soy y tengo, y dadme, en cambio, lo que sabéis me ha de hacer agradable para Vos y dichoso en la eternidad. Me pongo enteramente a vuestro servicio, tomadme como Vos queráis: esclavo, siervo, servidor tuyo, con tal de que permanezca siempre fiel a Vos, y no os defraude jamás. Amén.

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8.4.22

Itinerario (oraciones para antes de emprender un viaje)



Antífona:
Por caminos de paz y prosperidad nos dirija nuestro Dios Omnipotente, Señor misericordioso; sea nuestro compañero en el viaje el ángel San Rafael, para que en paz y con salud y alegría podamos volver a nuestra casa.


Cántico de Zacarías:
Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitando una fortaleza de salvación en la casa de David, su siervo,
como lo había anunciado por los labios de sus santos profetas, que existen desde tiempos antiguos,
para salvarnos de nuestros enemigos y de todos los que nos odian,
para ejercer la misericordia con nuestros padres,
acordándose de su santa alianza,
y del juramento que juró a nuestro padre Abraham,
que nos concedería la gracia de servirle sin temor,
salvos de nuestros enemigos.

Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo,
porque irás delante de Él preparando su camino,
para dar a su pueblo el conocimietno de su salvación
con la remisión de sus pecados,
por la entrañable misericordia de nuestro Dios
con que nos ha visitado como oriente que viene del cielo,
a iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de muerte
y dirigir nuestros pasos por el camino de la paz.


Antífona:
Por caminos de paz y prosperidad nos dirija nuestro Dios Omnipotente, Señor misericordioso; sea nuestro compañero en el viaje el ángel San Rafael, para que en paz y con salud y alegría podamos volver a nuestra casa.


Señor, ten piedad,
- Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad,
- Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad,
- Señor, ten piedad.

Padrenuestro...

No nos dejes caer en la tentación, Señor,
- mas líbranos del mal.

Salva a tus siervos,
- que esperan, oh Dios mío, en ti.

Envíanos, Señor, auxilio desde tu santuario,
- y desde Sión defiéndenos.

Sé para nosotros, oh Señor, torre de fortaleza,
- ante los ataques del enemigo.

Nada pueda el enemigo contra nosotros,
- y no logre dañarnos el hijo de la maldad.

Bendito sea el Señor todos los días,
- haga próspero nuestro viaje Dios nuestro salvador.

Enséñanos, oh Señor, tus caminos,
- e intrúyenos en tus senderos.

Ojalá se dirijan todos nuestros pasos,
- a la guarda de tus mandamientos.

Rectifíquese lo torcido,
- y lo áspero se convierta en camino llano.

A sus ángeles dió el Señor encargo de ti,
- para que te guarden en todos tus caminos.

Escucha, Señor, mi oración,
- y mi clamor llegue hasta ti.


Oración:
Oh Dios, que hiciste caminar a los hijos de Israel por medio del mar a pie enjuto, y que por medio de una estrella mostraste su camino a los tres Magos, te rogamos nos concedas un viaje próspero y tiempo tranquilo, para que acompañados de tu santo ángel podamos llegar felizmente a nuestro destino, y después de nuestro tránsito por este mundo, al puerto de la eterna salvación.

Oh Dios, que habiendo sacado a tu siervo Abraham de la tierra de Ur de los Caldeos, le guardaste ileso por todos los caminos de su peregrinación, te rogamos que nos guardes a nosotros, siervos tuyos. Sé para nosotros, oh Señor, auxilio al emprender el viaje, alivio al proseguirlo, sombra en el calor, abrigo en la lluvia y en el frío, sostén en el cansancio, defensa en las adversidades, báculo en los resbaladeros, puerto en el naufragio, para que, guiándonos Tú, lleguemos felizmente a destino y, finalmente, incólumes a nuestros hogares.

Atiende, te rogamos, oh Señor, a nuestras súplicas, y ordena prósperamente para nuestra salvación el camino de tus siervos, para que en todas las peripecias de esta nuestra vida y peregrinación seamos siempre protegidos por tu poderoso auxilio.

Concede, te rogamos, Omnipotente Dios, que esta tu familia camine siempre por los senderos de la salvación, y que siguiendo las enseñanzas de tu bienaventurado precursos San Juan Bautista, llegue con toda seguridad a aquel a quien él anunció, a Nuestro Señor Jesucristo, Hijo tuyo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Caminemos en paz,
- en el nombre del Señor.



Conclusión y oración al arcángel San Rafael:
Este santo Arcángel es protector de los caminantes, de los viajeros, y también médico de los dolientes.

Rafael significa "medicina de Dios" o "médico enviado de Dios". Él guió a Tobías el hijo, y le dió medicina para sanar a Tobías, su padre.


Oración a San Rafael:
Oh Dios, que a tu siervo Tobías diste por compañero de su viaje al bienaventurado Arcángel Rafael, concédenos a tus siervos que seamos siempre protegidos por su custodia y fortificados por su auxilio. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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