¡Dios te salve, Santa María, Madre de Cristo y de la Iglesia! A tus cuidados confiamos las necesidades de todas las familias, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos, y el sereno atardecer de los ancianos. Te encomendamos la fidelidad y abnegación de los obispos y sacerdotes, la esperanza de quienes se preparan para este ministerio, la solicitud y oración de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el Reino de Cristo. Virgen Santa, aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad, ayuda a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. |
(Oración de San Juan Pablo II en España).
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