Pocas veces se habla y, cuando se toca este tema, se suele pasar por él de refilón. Me refiero a la soledad del cristiano en el mundo de hoy. Obviamente no al cristiano que vive en comunidad, como monjas y sacerdotes, sino a los cristianos consagrados, de terceras órdenes o a los seglares "corrientes" en un mundo tan secularizado y descreído como el que vivimos.
Por desgracia, tampoco la Iglesia ha sabido afrontar muy bien esta problemática, y sus grupos parroquiales y servicios diversos la mayoría de las veces no contemplan esta realidad ni la tienen en cuenta.