Sólo puedo tener semejanza con Vos, Jesús mío, por los dolores, pues tan opuesta a vuestra santa vida siempre fue mi pecadora existencia terrenal.
Por ello, la enfermedad que ahora me aqueja debo de considerarla como un gran favor, y como tal la bendigo humilde, postrando mi espíritu a vuestros pies.
Dignaos unir estos dolores, Señor, con todos los que a Vos os plugo padecer, y presentadlos en pago de mi deuda a la justicia del Supremo Juez.
Además de esta gracia, os pido la de darme paciencia y esperanza, así como amor y fe para que, viva o muera el mísero cuerpo carnal, mi alma halle en Vos su bien soberano.
Amén.
Jaculatoria a nuestra Señora del Carmen, ante la enfermedad:
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