Te rogamos, Padre Eterno, por el nombre de Jesús, que comuniques la virtud de su sangre a estas aguas.
Purificada por esas aguas, renazca a la luz esta alma, y alcance santo derecho al patrimonio común de los fieles cristianos que, a la sombra de la cruz, van marchando para gozarte en el cielo con eterna beatitud.
Amén.
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