Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

5.12.23

Oración a nuestra Señora, en recuerdo de la profecía de Simeon



El anciano Simeon anunció a la Santísima Virgen que el precioso Niño presentado por ella en el templo, y reconocido por él como el Mesías prometido, sería una espada de dolor para el corazón de su gloriosa Madre.


Oración:
¡Oh Vos, cuyas santas alegrías maternales fueron siempre seguidas de cruelísimos dolores! Vednos aquí a vuestros pies, recordando la triste profecía de Simeon, que puso delante de vuestros ojos, desde los primeros hermosos días de vuestra felicidad de Madre, la terrible espada que había de traspasaros.

Nuestros pecados, Señora, son nuestros pecados los que templaron ese acero y afilaron su punta; nuestros pecados fueron los que condenaron a vuestro inocentísimo Jesús a todos aquellos tormentos de su amarga pasión, que de angustiosa desolación os destrozaron el alma.

Nos pesa, María dulcísima, nos pesa nuestra iniquidad, reparada de manera tan cruenta y terrible. Pero dignaos acordaros también que esa miseria humana, que tan cara os costó, fue la que os atrajo a la dicha de encarnar al Verbo de Dios en vuestro seno purísimo. Vos fuisteis Madre por ser nosotros pecadores, y la espada de dolor que amenazó tan anticipadamente vuestra alma, era la misma que debía herir mortalmente y para siempre al enemigo que perdió a nuestros padres y esclavizaba a toda su descendencia.

Ante esta consideración recibid, Señora, benignamente el homenaje de nuestra reverencia, y alcanzadnos que esa espada de dolor que hirió vuestro santo corazón, hiera los nuestros criminales, con profundo arrepentimiento de las culpas cometidas.

Amén.


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