La Virgen María huyó con San José, llevando en brazos a su divino Hijo, para salvarlo de los furores de Herodes que procuraba su muerte.
Oración:
No se hizo esperar mucho, Madre del Mesías, el inicio del cumplimiento de la profecía de Simeon. Os vemos con los ojos del alma huír a Egipto con vuestro santo esposo, llevando en brazos al divino Niño amenazado de muerte. Dejadnos contemplar con Vos ese misterio inefable, y alcanzadnos, Señora, la sencilla obediencia y respetuosa resignación con que emprendísteis y soportásteis tan dolorosa huida, aún llevando contigo a Aquel de cuya indignación no pueden huir las mismas Potestades del cielo.
Pedidle a vuestro amado Hijo, asimismo, que nos conceda la gracia, la inteligencia y la sabiduría, de saber huir nosotros de todos los caminos del mal, que llevan a la muerte.
Amén.
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