El tercer mandamiento nos dice:
Se comprenden en este mandamiento los preceptos de la Iglesia de oír misa, confesarse, comulgar, ayunar y observar las vigilias. Se falta a este mandamiento:
- Si en el santo día del Domingo -conmemorativo de la Resurrección de nuestro Salvador-, así como en otros días de fiestas solemnes, se ha trabajado o hecho trabajar sin absoluta necesidad.
- Si no se ha oído en ellos, o en otros días de precepto, misa entera con devoción, y si no se ha cuidado también de hacer que la oyesen nuestros subordinados.
- Si en vez de emplear dichos santos días en lecturas piadosas, oraciones, obras de caridad, que es lo que quiere significar "santificarlos", los hemos dedicado a diversiones mundanas, o lo que es todavía peor, a vicios o desórdenes.
- Si en tales días solemnes hemos estado de compras, de ventas, o en otras ocupaciones lucrativas.
- Si no hemos confesado nuestras culpas humildemente y recibido el sacratísimo Pan Eucarístico al menos una vez al año, según lo manda nuestra santa Madre la Iglesia, en la solemnidad de la cuaresma o en la de las Pascuas.
- Si hemos cumplido mal dicho precepto, yendo al tribunal augusto de la penitencia y a la sagrada mesa Eucarística sin la debida preparación de implorar la divina gracia, examinar detenidamente nuestra conciencia, arrepentirse de nuestras culpas sinceramente, y revolverse a trabajar en enmendarnos.
- Si no hemos cumplido, o cumplimos mal, la penitencia que nos han impuesto.
- Si hemos callado o disfrazado u ocultado algún pecado.
- Si no se han seguido los consejos de nuestro Confesor.
- Si no hemos hecho cuanto de nosotros dependía para que cumpliese nuestra familia y nuestra servidumbre con el precepto de la Iglesia.
- Si no se ha ayunado en los días de obligación, ni guardado las vigilias adecuadamente (excepto con las dispensas o causas adecuadas).
- Si hemos sido causa de que otros no las guardasen.
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