La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua (Jn 19,34).
De ese Corazón nació la Iglesia, y por ese Corazón se abrieron las puertas del cielo.
La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones, porque veneramos al mismo Corazón de Dios.
Pero fue Jesús mismo quien en 1675 solicitó, a través de una humilde religiosa, Margarita María Alacoque, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Corazón.
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