Me preguntan los hombres: "¿No has dudado?"
¡Cómo pude dudar, pues te sufrí!
¡Si fuiste mi tormento exasperado,
si con hierro candente me has sellado para Ti!
Te combatí las noches y los días,
quise olvidar tu amor, ¡no lo logré!
Después de cada crisis resurgías,
inexorablemente me decías:
"Sígueme".
Nadie sospechará lo que he sufrido,
tú lo sabes, Señor.
Nunca quieres echar en el olvido
que todo el drama de mi vida ha sido
¡la lucha del amor contra el Amor!
Cristina de Arteaga
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