Ya sabes que hay otra vida. Espérala. No quieras tener aquí demasiada felicidad en este mundo. Déjala para el otro. Haz buenamente prosperar aquí sin demasiado afán y atiende más a tu alma.
No tengas demasiado afán por lo presente, porque pasa. No tengas demasiado empeño por lo mundano, porque no llena. No quieras ganar demasiado dinero, porque no está la felicidad en tener.
Antes muchas veces en la riqueza está la infelicidad propia o de los hijos, que salen unos viciosos y holgazanes.
No quieras ganar mucho, porque es terrible tentación, y raros son los que se enriquecen mucho y no desagradan a Dios.
No quieras ser opulento, porque en la opulencia brota espontáneamente la flor de la soberbia y de muchos vicios.
Piensa menos en esta vida que pasa y es breve, y más en la vida que esperas, que viene y es eterna.
Oye la verdadera economía que te dicta Jesús:
- "Busca ante todo el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura". Es decir, lo primero procura ser bueno y ganar la vida eterna, luego trabaja por lo terreno, con prudencia, y Dios te dará lo que convenga.
- "De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si sufre en detrimento su alma".
- "No os forméis tesoros en la tierra, donde la roña y la polilla los roen; donde los ladrones los socavan y roban. Formaos vuestro tesoro en el cielo, donde ni la roña ni la polilla lo roen, ni los ladrones lo socavan y roban".
- "Da a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo", y "si perdéis algo por mí, recibiréis el ciento en esta vida, y después la vida eterna". Aunque hay varios modos de ganar para el cielo, uno de ellos es muy bueno, dar a los pobres, o dejarlo por amor de Cristo.
Esta es buena economía. Hacer menos por esta vida breve, y más por la vida eterna.
Y entretanto, puestos los ojos en ella, ¡espera!
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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