Cree lo que Nuestra Santa Madre la Iglesia nos enseña y créelo sin vacilación, porque es verdad.
Lo que Jesucristo enseñó y probó con muchos milagros patentes, y especialmente con su propia resurrección.
Lo que se propagó por todo el mundo rapidísimamente, sin armas, sin auxilios, contra todo el poder del Imperio Romano, contra todas las filosofías, contra todas las concupiscencias y herejías, contra mil persecuciones.
Lo que han sellado con su sangre millones de mártires, adornado con su castidad millones de vírgenes, iluminado con su virtud millones de Santos, explicado con sus libros millones de sabios.
Lo que, según la profecía de Cristo, dura y durará hasta el fin del mundo en medio de todas las persecuciones.
Lo que no ha mudado ni variado en los veinte siglos. Lo que se confirma con mil profecías del Antiguo y Nuevo Testamento. Lo que se confirma en todos los siglos con milagros estupendos. Lo que hace buenos a quienes creen y practican. Lo que aborrecen y dejan los que quieren ser malos.
Lo que abrazan los incrédulos cuando quieren ser buenos.
Lo que al morir nadie de los creyentes reniega.
Lo que al morir muchos incrédulos abrazan.
Lo que contiene una moral severa e intachable.
Lo que es sobre la razón, pero no contra la razón.
Lo que cuanto más se estudia, más bien parece.
Lo que aborrecen y persiguen los malos.
Lo que no se deja sin caer en muchos absurdos.
Lo que da tranquilidad a la conciencia.
Lo que da consuelo al alma en la vida.
Lo que es tan hermoso de creer.
Lo que ha civilizado tanto al mundo.
Lo que hoy sin comparación cree más gente.
Lo que cada día tiene más y mejores creyentes.
Lo que es verdad, porque el mismo Dios lo ha revelado y la Santa Madre Iglesia nos lo prueba con muchísimas razones y milagros.
"¡Y quien no lo crea será condenado!", dice Jesucristo. ¡Cree, pues, y obra según tu fe!
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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