Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

1.9.21

Luces Matutinas: 21. ¡Con toda tu alma!



El primer mandamiento y el más grande es este: "Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma y con todo tu corazón".

Pero, ¿qué? ¿Era preciso mandar esto? ¿No estaba escrito en todas las cosas, y no lo llevamos impreso en todas las fibras de nuestro ser? ¿No es esta la atmósfera, la voz, el cántico de toda la creación: "ama a tu Dios sobre todas las cosas"?

¿No sientes como San Agustín un corazón grande hecho para amar a Dios? ¿Y no te ves obligado a exclamar como él: "Señor, me has creado para ti, y mi corazón está inquieto hasta que descanse en ti"?

¡Oh, cristiano! ¡Cuánto te ha amado Dios a ti!

Te ha dado cuanto eres, tu cuerpo, tu alma, tus cinco preciosos sentidos, tus tres admirables potencias... Todo cuanto te rodea: tu familia, tus padres, parientes, amigos, tu casa, bienes, muebles... Toda la creación, alimento, vestido, aire, luz, agua, tierra, campos, mar, cielos... Y todo no te lo dió una vez, sino que te lo está dando en cada instante, pues Él es quien lo sostiene todo.

Y fíjate con qué cariño te lo ha preparado todo, no sólo útil, sino hermoso. Qué hermoso es el campo, y la luz, y el agua desde la fuente hasta el mar, y los sonidos y los sabores y los perfumes..., qué variados, qué gratos.

Y acaso a ti te ha distinguido, te ha dado mejor talento, o mejor familia, o mejor riqueza, etc., que a otros.

Y mejor que todo esto es lo sobrenatural. Haberse hecho Dios Hombre, y vivido y muerto por mí. Haberme redimido. Haber fundado para mí la Iglesia, y en ella el culto, los predicadores, los confesores, la jerarquía, el Papa infalible, los milagros, los libros santos, la gracia, los sacramentos... El haberme perdonado tantas veces en la confesión.

Luego le debes ese cariño de querer estar unido contigo: por la gracia habitando en ti como templo; por la comunión como alimento; por la presencia constante en el sagrario.

En fin, le debes la gloria que quiere darte en el cielo unidéndose allí contigo con la más estrecha unión...

¿Hay alguien que te ame más? Pues ama a Dios, ¡pobre criatura!, y pierde todas las cosas, todo lo que sea, antes de ofenderle.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com




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