¿Para qué se ha quedado Jesucristo en la Eucaristía? Para ser tu alimento y darte fuerzas para cumplir su deber.
"Yo soy el pan de vida. El que me come vivirá por mí".
¿Quieres vivir? Comulga. ¿Quieres vivir robusto? Comulga mucho. ¿Quieres tener fuerzas para ser un buen cristiano? Comulga muchas veces.
Y, ¿por qué no todos los días? El Papa quiere, la Iglesia quiere, Jesucristo quiere que comulgues todos los días. ¿Es que tú no quieres? Pues no te quejes si después tienes pocas fuerzas cristianas, puesto que comes poco pan cristiano.
"Por eso" - decía San Pablo, - "hay entre vosotros muchos enfermos, muchos débiles, muchos que duermen".
Por eso, diré yo también, hay tantos cristianos débiles, cobardes, tibios, durmientes, porque no comulgan. Comulga mucho para que se te pegue el espíritu de Cristo.
Visita también a menudo, al menos todos los días una vez, algún sagrario, y habla en ese tiempo un poco con Jesucristo de tus cosas, de tu alma, de tu familia, de tus negocios, de tu temor, de tu esperanza, de tus desengaños. El que está en el sagrario es tu padre, tu amigo, tu señor, tu Dios. Te remediará, o te animará, o te consolará, o te tranquilizará, o te asegurará. ¿Piensas que esto es sólo para beatas?
Oye misa. No tendrás devoción mejor. La misa, y sobre todo con la comunión es, sin comparación, la mejor devoción de un cristiano. Cristo nos ganó infinitas gracias en la cruz, pero estas gracias se nos aplican a cada uno según nuestras obras y en los sacramentos. Y en ninguna obra, en ningún sacramento, tanto como en la misa y comunión.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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