Mira a ese joven que crece en Nazaret, y habiendo venido a darnos ejemplo de actitudes, pasa una vida común y oscura en el oficio de carpintero. Gran ejemplo nos da desde ese taller, aunque no sabemos de él más que tres rasgos:
- Rasgo 1º. Era sujeto a sus padres. Obedecía. ¿Eres niño? Obedece como Jesús a tus padres. ¿Eres adolescente? Sigue obedeciendo y no sacudas el yugo hasta que sea voluntad de Dios. ¿Muere tu padre y quedas hijo de la viuda, como Jesús? Obedécela, hónrala, susténtala. De todos modos, sea como fuera, algún superior tendrás. Aprende de Jesucristo a obedecer.
- Rasgo 2º. Trabajaba de carpintero. Trabaja tú también; estudia, aprende un oficio, sé laborioso, no seas de los que en este mundo comen el pan de balde. ¿Necesitas para comer? Trabaja para ti. ¿No necesitas trabajar para comer? Tampoco lo necesitaba Dios; trabaja para comer con honra, trabaja para otros. ¡A cuántos podría aprovechar tu trabajo material o intelectual!
- Rasgo 3º. Progresaba en estatura, en sabiduría y en gracia ante Dios y los hombres. Deber es del hombre progresar y perfeccionarse en cuerpo y en alma. En salud y en fuerzas corporales, en discrección, entendimiento y discurso, en virtud y en santidad. Así crecía Jesús y cada día se presentaba más perfecto, y siempre modelo de su edad. Niño perfecto, adolescente perfecto, joven perfecto, varón perfecto, mostrando cada día más perfección y sabiduría, haciendo cada vez, según era propio de la edad por que pasaba, obras más graciosas y más perfectas. En cada una de sus edades se podía decir: todo lo hace bien. Tal debemos hacer nosotros. Tomar la vida en serio, aprovechar el tiempo, crecer en perfección de todas clases a medida que avanza nuestra edad, servir para algo en el mundo.
- Rasgo final. Esto no impedía que Jesucristo fuese alegre, jovial, amigo, ni que hubiese en su casa dicha completa aún sin barullos mundanos.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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