Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

7.1.20

San Luis María Grignion de Montfort explicado por San Juan Pablo II


Como san Juan de la Cruz, san Luis María insiste sobre todo en la pureza de la fe, y en su esencial y a menudo dolorosa oscuridad (ver El Secreto de María, 51-52). Es la fe contemplativa la que, renunciando a las cosas sensibles o extraordinarias, penetra en las misteriosas profundidades de Cristo. Así, en su oración, san Luis María se dirige a la Madre del Señor, diciendo:

"No te pido visiones ni revelaciones,
ni gustos ni contentos, incluso espirituales.
Para ti el ver claro y sin tinieblas;
... Para mí, en este mundo
sólo quiero gozarme en tu alegría:
creer a secas, sin ver ni gustar nada".


La cruz es el momento culminante de la fe de María, como escribí en la encíclica Madre del Redentor: "Por medio de esta fe María está unida perfectamente a Cristo en su despojamiento. Es esta tal vez la más profunda kénosis de la fe en la historia de la humanidad".

San Juan Pablo II