Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

4.12.19

El sentido de la muerte cristiana


La muerte del cristiano halla su sentido en la muerte de Cristo en tres planos. En el plano sacramental se incorpora a la muerte y resurrección de Cristo por el bautismo, pues muere al hombre viejo heredado de Adán y resucita a un hombre nuevo según Cristo (Rom 6, 1s) y la actualiza en la eucaristía que es el sacramento que hace presente la muerte del Señor. En el plano moral comparte la muerte de Cristo en el dolor, la enfermedad y los sufrimientos de la vida diaria, llevando la cruz en seguimiento del Señor (Mc 8, 34). Por último en el plano físico, en la muerte corporal, se une a Cristo en su muerte con la esperanza de compartir con él su resurrección (Ritual 7).

Por la muerte, el cristiano participa en el Misterio Pascual de Cristo; es su paso de esta vida a la vida de Dios a través de la muerte y con la esperanza de participar en la resurrección. Es importante valorar este sentido consolador de la muerte cristiana. Y a la vez la unión existente entre la Iglesia peregrina y la Iglesia del cielo (la Iglesia triunfante).





ORATORIO CARMELITANO



"La Iglesia de los peregrinos, desde los primeros tiempos del cristianismo, tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el Cuerpo Místico de Jesucristo y así conservó con gran piedad el recuerdo de los difuntos y ofreció sufragios por ellos" (Vat. II LG 50).

La Iglesia enseña que las almas de los difuntos participan ya de la gloria de Dios (cielo) o son rechazadas de su presencia (infierno) y que la resurrección corporal tendrá lugar al fin de los tiempos para gloria o condenación. Y reconociendo la condición pecadora del hombre, admite un estado de purificación (Purgatorio, es decir: la Iglesia purgante) para aquellos salvados que aún no están en condiciones de vivir la vida de Dios. Pero no se deben "cosificar" estas realidades como si fueran etapas de la vida presente, pues corresponden a la otra vida, donde ya no hay tiempo ni espacio, sino que es otra manera de existir, difícil de imaginar para nosotros.

En algunos ambientes se ha puesto de moda creer en la "reencarnación", en un proceso de muchas vidas terrenas sucesivas. Pero la Palabra de Dios nos enseña que "está establecido que los hombres mueran una sola vez" (Hebr. 9, 27) y que la muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre. Cuando ha tenido fin "el único curso de nuestra vida terrena" (LG 48) ya no volveremos a otras vidas terrenas, sino que, los que han de salvarse, entrarán en la vida definitiva de Dios.