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Mes de noviembre en sufragio de las benditas almas del Purgatorio.
Por la señal de la Santa Cruz...
OFRECIMIENTO:
Altísimo Señor, os ofrezco todas las penas que padeció vuestro amado hijo Jesús en su Pasión y muerte, y las de su Santísima Madre María, en reparación de todas mis culpas y pecados, con el firme propósito de no ofenderos más.
Misericordia, Dios mío, misericordia y perdón.
También os ruego, Dios de bondad, por la conversión de todos los pecadores, y por las almas del Purgatorio, para que pronto gocen de vuestra gloria por toda la eternidad.
DÍA 20 DE NOVIEMBRE: El santo sacrificio de la misa es medio eficaz para librar a las almas del Purgatorio.
Tras la caída de Adán y Eva, el hombre sintió necesidad de reconciliarse con Dios y le ofreció sacrificios para honrarle, aplacar su ira e implorar remedios para el género humano. Estos sacrificios fueron imperfectos hasta que no pudieron ofrecerle el gran sacrificio de la Santa Misa, el de su propio Hijo Jesucristo, Cordero de Dios que borra los pecados del mundo. Causa saludables efectos en el sacerdote que celebra, en aquel por quien se ofrece, en los fieles que están presentes y en toda la cristiandad. En el momento que empieza la Santa Misa las puertas del Cielo se abren de par en par, dice San Lorenzo Justiniano, y quedan admirados los ángeles de la grandeza de aquella obra. No hay ofrenda mayor ni más agradable a los ojos de Dios. Es la alegría del Cielo y de la tierra; la devoción de las devociones, es el mismo sacrificio del Calvario. Más gloria da a Dios una sola misa que toda la honra que le han dado, le dan y le darán todos los Santos del Cielo.
Hemos de aprovecharnos de medio tan grato y ofrecerlo por aquellos que más apreciamos. Ofrecer misas por las almas del Purgatorio es la manera más rápida y segura de librarlas de su cautiverio.
Escuchemos atentos a la voz amorosa del Espíritu Santo que de una manera tan viva llama a las puertas de nuestro corazón diciendo: "por más que de tu parte no tengas méritos bastantes para honrar a Dios como quisieras y merece, ten ánimo que pronto podrás ver realizados tus deseos. Escucha con fervor la Santa Misa y une tus oraciones a las de la Iglesia Santa; de este modo honrarás a Dios, recibirás sus gracias y conseguirás la conversión de los pecadores y el rescate de las almas del Purgatorio".
SALUTACIÓN A LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS:
I.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, que perdonéis los extravíos con los que tanto os ofendí, y tened compasión de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
II.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie derecho de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis cuantas veces me aparté del cumplimiento de vuestra santa y divina Ley, con las que tanto agravié a Vuestra Majestad, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
III.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano izquierda de nuestro Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis el que tantas veces haya cerrado mis oídos a los clamores de vuestra divina voz, con la que queríais apartarme del camino de la perdición, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
IV.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano derecha de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis mis muchas ingratitudes a tantos beneficios recibidos de vuestra mano, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V.- Yo os adoro, Santísima Llaga del costado de mi Redentor Jesucristo, y por ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis todas las penas y aflicciones que con mis culpas causé a vuestro amabilísimo Corazón. Dignaos purificar todos los afectos de mi alma, concededme gracia para que os ame siempre, y tened misericordia de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
ORACIÓN FINAL
¡Oh, gloriosa Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Bondad!, compadeceos de las benditas almas detenidas temporalmente en el fuego del Purgatorio, lejos de Dios y de Vos, que sois la Madre de Misericordia. Romped sus cadenas y libradlas del abismo donde gimen, anhelosas de su patria celestial y suspirando por el momento feliz de su unión para siempre con Dios, a quien su corazón desea con vehemencia. Tened piedad de un modo especial de las almas más abandonadas, os ruego por ellas muy particularmente. Oh, Madre de bondad, dignaos aceptar mis ruegos. Os lo suplico, oh María: reunidnos a todos en el Cielo, cerca de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo adorable, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com