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Mes de noviembre en sufragio de las benditas almas del Purgatorio.
Por la señal de la Santa Cruz...
OFRECIMIENTO:
Altísimo Señor, os ofrezco todas las penas que padeció vuestro amado hijo Jesús en su Pasión y muerte, y las de su Santísima Madre María, en reparación de todas mis culpas y pecados, con el firme propósito de no ofenderos más.
Misericordia, Dios mío, misericordia y perdón.
También os ruego, Dios de bondad, por la conversión de todos los pecadores, y por las almas del Purgatorio, para que pronto gocen de vuestra gloria por toda la eternidad.
DÍA 11 DE NOVIEMBRE: Las almas del Purgatorio todo lo esperan de nosotros.
La esperanza es la virtud por la que confiamos alcanzar las gracias de la redención y salvación de Jesucristo. Por ella alcanzamos la amistad de Dios, y en tan feliz estado, practicamos las obras que nos han de hacer merecedores de la gloria de los bienaventurados.
La Voluntad primera de Dios al crear al hombre es la de que todos se salven, para que todos participen de su gloria. En el momento en que se separa el alma del cuerpo se pierde la libertad de obrar, y al instante queda sellada la puerta de los méritos que se habían practicado durante la vida. Las almas ya no pueden valerse por sí mismas, por eso imploran la ayuda de los que aún podemos actuar para ganar méritos a los ojos de Dios. Están pendientes de nosotros; nuestros hermanos, padres, abuelos, amigos..., ¿y no les ayudaremos? Es ahora cuando debemos demostrar cuánto les amamos, ahora que necesitan de nosotros no para algo pasajero, sino para el grave negocio de la eternidad. Somos los únicos que podemos reducir sus penas; desdichados si no lo hacemos. ¿Esperamos encontrarnos en su misma situación para darnos cuenta de lo que realmente es?
SALUTACIÓN A LAS CINCO LLAGAS DE JESÚS:
I.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie izquierdo de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, que perdonéis los extravíos con los que tanto os ofendí, y tened compasión de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
II.- Yo os adoro, Santísima Llaga del pie derecho de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis cuantas veces me aparté del cumplimiento de vuestra santa y divina Ley, con las que tanto agravié a Vuestra Majestad, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
III.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano izquierda de nuestro Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis el que tantas veces haya cerrado mis oídos a los clamores de vuestra divina voz, con la que queríais apartarme del camino de la perdición, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
IV.- Yo os adoro, Santísima Llaga de la mano derecha de mi Redentor Jesucristo, y por la sangre que se derramó de ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis mis muchas ingratitudes a tantos beneficios recibidos de vuestra mano, y tened piedad de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V.- Yo os adoro, Santísima Llaga del costado de mi Redentor Jesucristo, y por ella os suplico, Señor y Dios mío, me perdonéis todas las penas y aflicciones que con mis culpas causé a vuestro amabilísimo Corazón. Dignaos purificar todos los afectos de mi alma, concededme gracia para que os ame siempre, y tened misericordia de las almas del Purgatorio.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
ORACIÓN FINAL
¡Oh, gloriosa Virgen María del Monte Carmelo, y Madre de Bondad!, compadeceos de las benditas almas detenidas temporalmente en el fuego del Purgatorio, lejos de Dios y de Vos, que sois la Madre de Misericordia. Romped sus cadenas y libradlas del abismo donde gimen, anhelosas de su patria celestial y suspirando por el momento feliz de su unión para siempre con Dios, a quien su corazón desea con vehemencia. Tened piedad de un modo especial de las almas más abandonadas, os ruego por ellas muy particularmente. Oh, Madre de bondad, dignaos aceptar mis ruegos. Os lo suplico, oh María: reunidnos a todos en el Cielo, cerca de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Hijo adorable, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com