¡Madre del Carmelo! Vengo a tus plantas lleno de gozo y de esperanza.
De gozo, porque sé que tu escapulario es "el canal abundante por donde bajan raudales continuos de gracias y de favores sobre el mundo; el bendito vestido espiritual que protege a los hombres por los difíciles caminos de la vida; el áncora de salvación en las múltiples borrascas espirituales y temporales; el escudo defensor en las luchas contra los enemigos del alma y contra los peligros del cuerpo".
Y de esperanza, porque tu Escapulario es "señal segura de predestinación; garantía de un feliz éxito en el tránsito a la eternidad; llave que abre las puertas del cielo", pues como Tú misma dijiste: "El que muera con mi Escapulario no se condenará".
Yo sé, Madre, que "Tú eres siempre el camino que conduce a Cristo y que todo encuentro contigo no puede menos de terminar en encuentro con Cristo mismo".
Tú conociste, Madre, las penas y tribulaciones de aquí abajo, la fatiga del trabajo cotidiano, las incomodidades y estrecheces de la pobreza y los dolores del Calvario.
Por eso acudo a Ti, Madre del Carmen, en esta Novena, "para que socorras las necesidades de la Iglesia y del mundo, escuches benignamente los clamores de paz que a Ti se elevan desde todos los confines de la tierra, ilumines a los que rigen los destinos de los pueblos y obtengas de Dios la paz verdadera que se funda sobre las bases sólidas y duraderas de la justicia y el amor", también por mis necesidades, por las almas del purgatorio y por nuestra salvación eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor. Así sea.
DÍA 3.°
RECIBE ESTE ESCAPULARIO DE TU ORDEN
El Dr. José M. Caro, arzobispo de Santiago de Chile, escribe sobre la entrega del escapulario a San Simón Stock: "El 16 de julio de 1251, hallándose en la amargura y dolor más completos de su alma San Simón Stock invocando y llamando en su ayuda a la que es Madre de piedad y de misericordia, atendiendo Ella a las súplicas de su humilde hijo, se le aparece radiante de gloria y majestad con la hermosa librea del Santo Escapulario".
"Entregándoselo con verdadero cariño maternal le dice estas palabras consoladoras: 'Recibe, hijo mío, este Escapulario de tu Orden, señal de confraternidad, privilegio para ti y para todos los Carmelitas. Quien muriere con él no padecerá el fuego eterno. He aquí una señal de salud, salvación en los peligros, alianza de paz y de pacto sempiterno'".
"Estas palabras, pronunciadas hace ya siete siglos, tienen siempre su valor, porque fueron dichas por aquella que siendo Madre de Dios, es, a decir de los Santos Padres, la Omnipotencia suplicante. Por eso los fieles de todas las edades y latitudes se han acercado a recibir esta valiosa prenda de María y la llevan con verdadera devoción, pensando que la Santísima Virgen nunca dejará de cumplir su palabra si son fieles en continuar en su amor".
Asimismo, comentando esta visión de la Virgen, escribía el Dr. Enrique Nicodemo, arzobispo de Bari: "Yo pienso que entre todas las apariciones de la Santísima Virgen y entre todas las demostraciones de amor, ésta del Santo Escapulario del Carmelo sobrepasa a todas las demás porque no solamente se prometen gracias y favores que miran a esta vida, sino que también asegura la salvación eterna".
(Pídase ahora la gracia que se quiere conseguir de nuestra Madre Carmelitana en esta novena).
SALUTACIONES
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por habernos dado tu escapulario, llave de oro para abrir las puertas del cielo.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por haberme vestido con tu santo escapulario, prenda segura de salvación.
Dios te salve María...
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por tu escapulario, canal abundante por donde bajan raudales continuos de gracias sobre el mundo.
Dios te salve María...
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por tu Escapulario, protección segura contra los peligros del alma y del cuerpo.
Dios te salve María...
- ¡Madre mía del Carmelo! Gracias por tu promesa: "En la vida protejo, en la muerte ayudo y después de la muerte salvo".
Dios te salve María..., y Gloria...
SÚPLICA
Acordaos, oh Virgen del Monte Carmelo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que visten devotamente vuestro santo escapulario haya dejado de experimentar vuestra protección y auxilio en la vida y en la muerte. Animado yo con esta confianza acudo a Vos, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia. No desechéis mis súplicas, oh Madre de los carmelitas; antes bien, oídlas y atendedlas amorosamente presentándolas ante el trono de vuestro divino Hijo Jesús para que sean favorablemente despachadas. Así sea.
Oficiante: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Respuesta: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN FINAL
Te suplicamos, Señor, que nos asista con su intercesión poderosa la Santísima Virgen María, Madre y Reina del Carmelo, para que, guiados por su ejemplo y protección, lleguemos hasta la cima del monte de la perfección que es Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Así sea.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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