Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

24.5.18

Diario de Santa Gemma Galgani [35]


Sábado, 25 de agosto de 1900
Esta mañana en la Comunión no he sentido consuelo alguno, todo ha sido muy fríamente. Hágase la santísima voluntad de mi Dios. ¿Qué sucederá hoy? Jesús no viene, y no veo trazas de que ande cerca. Me voy a descansar, y veo que se me presenta delante un Ángel de la Guarda que reconocí ser el mío; pero me sobrecogió algo de miedo y una turbación extraña.

El miedo se apodera de mí muchas veces, cuando se me aparece alguno, pero poco a poco se me pasa y acabo consolándome.




Ayer ([Como se ve, la Santa sigue escribiendo el día siguiente]), en cambio, la turbación fue en aumento y si me tocaba, temblaba, cosa que nunca me sucede cuando de verdad es mi Ángel. Estaba dudando sobre esto, cuando me preguntó:

- ¿Cuándo vas a confesarte?

- Esta tarde-, respondí.

- ¿Y por qué? ¿Qué haces allí tan a menudo? ¿No sabes que tu Confesor es un embrollón? - Caí en la cuenta de lo que se trataba, y me santigüé varias veces; cayeron sobre mí golpes que me hacían estremecer. Mi Ángel no me habla nunca de este modo.

Así pasé largo rato, combatiendo del mismo modo, y aseguré que, a pesar suyo, me iría a confesar, y así lo hice en efecto. Llamaba a Jesús y a mi Mamá, pero, ¡inútil!, nadie acudía. Pasado un rato, se dejó ver mi Ángel auténtico, mandando que lo confesara todo, y me habló de dos cosas que tenía que decir al Confesor.

La turbación y el miedo al enemigo desaparecieron, pronto recobré la paz, la que duró hasta el momento de confesarme, esto no quería hacerlo de ninguna manera. Haciéndome violencia, fui, pero pude hablar muy poco. De todos modos lo diré todo cuando escriba ([Alude acaso a la carta 39, que pensaba escribir al Confesor]).

Mi queridísima Mamá no me faltó ayer, pero su visita fué muy breve, no obstante, me consoló mucho. Le pedí mucho por mí, que me llevase al paraíso, también la rogué por otros y con fervor. ¡Cómo sonreía cuando muchas veces la llamaba mamá! Se acercó, me acarició y me dejó en compañía del Ángel de la Guarda, que ha estado conmigo muy afable hasta por la mañana.

Santa Gemma Galgani | Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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