Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

1.4.18

Via Lucis: el camino de la luz


Hay una devoción popular con tradición desde la edad media, que es el Via Crucis (el camino de la cruz). En él se recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo: desde la oración en el huerto hasta la sepultura de su cuerpo. Pero ésta es la primera parte de una historia que no acaba en un sepulcro, ni siquiera en la mañana de la Resurrección, sino que se extiende hasta la llegada del Espíritu Santo y su actuación maravillosa.

Desde el Domingo de Pascua hasta el de Pentecostés hubo cincuenta días llenos de acontecimientos, inolvidables y trascendentales, que los cercanos a Jesús vivieron intensamente, con una gratitud y un gozo inimaginables.




De igual forma que las etapas de Jesús camino del Calvario se han convertido en oración, queremos seguir también a Jesús en su camino de gloria. Éste es el sentido último de esta propuesta: una invitación a meditar la etapa final del paso de Jesús por la tierra.

El Via Lucis, "camino de la luz" es una devoción reciente que puede complementar la del Via Crucis. En ella se recorren catorce estaciones con Cristo triunfante desde la Resurrección a Pentecostés, siguiendo los relatos evangélicos.

La devoción del Via Lucis se recomienda en el Tiempo Pascual (después del Domingo de Resurrección, de hecho se puede rezar desde la Noche Pascual) y todos los domingos del año que están muy estrechamente vinculados a Cristo resucitado.

- Vía Lucis.
Con frecuencia los cristianos nos quedamos únicamente en el dolor y el sufrimiento de Cristo: el Viernes Santo lo dedicamos a acompañarlo en su pasión y su muerte; meditamos su dolor y su sufrimiento, la tristeza de María y de sus discípulos y discípulas y, por la noche, participamos en la Procesión del Santo Entierro, regresando a nuestras casas con la sensación de que todo terminó… Así hasta el año siguiente.

En comparación con las multitudes que participan en el Vía Crucis muy pocos participamos celebrando el gran día de la Resurrección. Damos así la impresión de ser "cristianos y cristianas del Viernes Santo" que dejan sepultada su esperanza y no son iluminados por la Resurrrección.

Somos invitados a acompañar a Cristo en su pasión y su Cruz pero también en la victoria de su Resurrección por la que nos dio el poder para vencer el mal de este mundo (Jn 16,33).

El Vía Lucis tiene, como el Vía Crucis, 14 estaciones para encontrarnos, esta vez, con Cristo Resucitado y unirnos a los primeros creyentes que, junto a María, se alegraron al ver de nuevo a Jesús a quien habían visto padecer y morir en la Cruz. Con estos pasos compartimos la alegría que llenó sus corazones al ver que Él ahora está vivo y nos ofrece la vida en abundancia (Jn 10,10).

Confiamos en que este material -que es obra de José Luis Martín Descalzo- será de gran beneficio para vivir el sentido de la vida nueva que Cristo nos trajo y para mantener la esperanza en ese Dios que es un Dios de vivos y no de muertos (Mt 22,32). Él nos envía como testigos de una vida nueva en Cristo Jesús que ha resucitado y sigue vivo en nuestras comunidades.

I Estación: JESÚS, RESUCITANDO, CONQUISTA LA VIDA ETERNA

Texto bíblico: Mt 28,1-6 1
Pasado el sábado, al amanecer el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. 2 De pronto se produjo un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. 3 Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve.4 Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. 5 El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "No teman, pues sé que buscan a Jesús, el Crucificado; 6 no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Vengan, vean el lugar donde estaba.

Reflexión.
Gracias, Señor, porque al resurgir de la muerte, nos trajiste en las manos la vida verdadera, no sólo un poco más de esto que llamamos "vida", sino la Vida sin fin, la zarza ardiendo que no se consume, la misma vida que vives Tú.

Gracias por este gozo, gracias por esta Gracia, gracias por esta Vida Eterna que nos hace inmortales, gracias porque al resucitar inauguraste la nueva humanidad y nos pusiste en las manos esta vida multiplicada, este milagro de ser humanos y más, esta alegría de sabernos partícipes de tu triunfo, este sentirnos y ser hijos y miembros de tu Cuerpo glorioso.


II Estación: EL SEPULCRO VACÍO MUESTRA QUE JESÚS HA VENCIDO A LA MUERTE

Texto bíblico: Mc 16,2-6 2
Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, las mujeres van al sepulcro. 3 Se decían unas a otras: "¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?". 4 Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande. 5 Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron. 6 Pero él les dice: "No se asusten. Buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Vean el lugar donde le pusieron".

Reflexión.
Hoy, al resucitar, dejaste tu sepulcro abierto como una enorme boca, que grita que has vencido a la muerte. Ella, que hasta ayer era reina de este mundo, a quien se sometían los pobres y los ricos, se bate hoy en triste retirada vencida por tu mano de muerto-vencedor.

¿Cómo podría aprisionar tu fuerza una pobre roca? Como se alza una llama y como se levanta el sol, resurgiste de la muerte y se quedó la muerte muerta, amordazada la invencible, destruido por siempre su terrible dominio. El sepulcro es la prueba: nadie ni nada encadena tu alma desbordante de vida y esta tumba vacía muestra ahora que tú eres un Dios de vivos y no de muertos.


III Estación: JESÚS, BAJANDO A LOS INFIERNOS, MUESTRA EL TRIUNFO DE SU RESURRECCIÓN

Texto bíblico: 1 Pe 3,18-22 18
Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu.19 En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados, 20 en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a través del agua; 21 a ésta corresponde ahora el bautismo que los salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo, 22 que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios, y le están sometidos los ángeles, las dominaciones y las potestades.

Reflexión.
No resucitaste para ti solo. Tu vida era contagiosa y querías repartir entre todos el pan bendito de tu resurrección. Por eso descendiste hasta el seno de Abrahán, para dar a los muertos de mil generaciones la preciosa limosna de tu vida recién conquistada. Y los antiguos patriarcas y profetas que te esperaban desde siglos y siglos se pusieron en pie y te aclamaron, diciendo: "Santo, Santo, Santo. Digno es el Cordero que con su muerte nos infunde vida, que con su vida nueva nos salva de la muerte. Y cien mil veces santo es ese salvador que se salva y nos salva". Y tendieron sus manos hacia ti. Y el viejo Adán, tendió hacia ti la misma mano con la que había tomado el fruto prohibido; y así como en un árbol pecó, ahora, de un nuevo árbol (el árbol de la cruz), toma el fruto bendito que le devuelve la Vida que había perdido en el paraíso y que ahora le regalas Tú.


IV Estación: JESÚS RESUCITA POR LA FE, EN EL ALMA DE MARÍA

Texto bíblico: Lc 1,39-42a. 45-47.51-55 39
En aquellos días, se puso en camino María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.41 En cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, Isabel quedó llena de Espíritu Santo 42 y exclamó a gritos: "45 ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!".

46 Y dijo María: "Alaba mi alma la grandeza del Señor 47 y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador 48 porque el Señor 51 desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los de corazón altanero.

52 Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.

53 A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos con las manos vacías.

54 Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia 55 (como había anunciado a nuestros padres) en favor de Abrahán y de su linaje por los siglos".

Reflexión.
No sabemos si aquella mañana del domingo, Señor, visitaste a tu madre, pero estamos seguros de que resucitaste en ella, y para ella; que ella bebió a grandes sorbos el agua de tu resurrección, que nadie como ella se alegró con tu gozo y que tu dulce presencia quitó la espada que atravesó su alma de mujer. No dice el Evangelio que te vio pero sabemos que ya desde antes de tu nacimiento y para siempre, te vio con los cinco sentidos de su fe. Te pedimos que por intercesión de tu Madre, gustemos aunque sea un poquito, de su inmenso gozo, que aprendamos a resucitar en ti como ella, que nuestro corazón esté abierto como estuvo el de ella aquella mañana de domingo y que tengamos la certeza de que tú sigues resucitando en cada pequeño que espera en ti.


V Estación: JESÚS ELIGE A UNA MUJER COMO APÓSTOL DE SUS APÓSTOLES

Texto bíblico: Jn. 20,11-18 11
Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. 13 Ellos le dicen: "Mujer, ¿por qué lloras?". Ella les respondió: "Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto". 14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. 15 Le dice Jesús: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré". 16 Jesús le dice: "María". Ella se vuelve y le dice en hebreo: "Rabbuní -que quiere decir: "Maestro"-. 17 Jesús le dice: "Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y al Padre de ustedes, a mi Dios y al Dios de ustedes". 18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos: "He visto al Señor y me ha dicho esto".

Reflexión.
Lo mismo que María Magdalena decimos hoy nosotros: "Me han quitado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Marchamos por el mundo y no encontramos nada en qué poner los ojos, nadie en quien podamos poner entero nuestro corazón.

Desde que Tú te fuiste nos han quitado el alma y no sabemos dónde apoyar nuestra esperanza, ni encontramos una sola alegría que no tenga veneno. ¿Dónde estás? ¿Dónde fuiste, jardinero del alma? ¿En qué sepulcro, en qué jardín te escondes? ¿O es que tú estás delante de nuestros mismos ojos y no sabemos verte? ¿Estás en los hermanos y no te conocemos? ¿Te ocultas en los pobres, resucitas en ellos y nosotros pasamos a su lado sin reconocerte? Llámame por mi nombre para que yo te vea, para que reconozca la voz con que hace años me llamaste a la vida en el bautismo, para que descubra que tú eres mi maestro.

Y envíame de nuevo a transmitir tu gozo a mis hermanos, hazme apóstol de apóstoles como aquella mujer privilegiada que, porque te amó tanto, conoció el privilegio de verte incluso antes que Pedro y los demás apóstoles.


VI Estación: JESÚS DEVUELVE LA ESPERANZA A DOS DISCÍPULOS DESANIMADOS

Texto bíblico: Lc 24,13-32 13
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén, 14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. 15 Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; 16 pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. 17 Él les dijo: "¿De qué discuten por el camino?" Ellos se pararon con aire entristecido.

18 Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?" 19 Él les dijo: "¿Qué cosas?" Ellos le dijeron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; 20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. 22 El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro 23 y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que él vivía. 24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron". 25 Él les dijo: "¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria?" 27 Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.

28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.29 Pero ellos le rogaron insistentemente: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado". Entró, pues, y se quedó con ellos. 30 Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31 Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista.32 Se dijeron uno a otro: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".

Reflexión.
Lo mismo que los dos de Emaús, también nosotros hemos caminado decepcionados y tristes, pensando que en el mundo todo es muerte y fracaso. El dolor es más fuerte que nosotros, nos oprime la soledad y decimos que tú, Señor, nos has abandonado. A veces hasta tus palabras nos resultan vacías, miramos a la gente y nos parece que están en contra nuestra, examinamos el futuro y solo vemos desgracias. Hemos llegado a pensar que la fe es un fracaso, que hemos perdido nuestro tiempo siguiéndote y buscándote y hasta nos parece que triunfan y viven más alegres los que adoran el atractivo becerro del dinero y del vicio. Nos habíamos incluso alejado de tu cruz, buscando el descanso en la casa, en la televisión, en las diversiones, en la mediocridad. En definitiva, habíamos perdido la esperanza, el coraje de seguir apostando por ti. Gracias porque ahora sales a nuestro encuentro y te pones a caminar a nuestro lado en nuestro mismo camino.

Gracias porque hoy nos descubres el secreto de la Palabra que vuelve a calentar nuestras entrañas.

Gracias porque te quedas con nosotros, ahora que el mundo está encerrado en la noche de la confusión, y nos permites descubrirte en el pan que partimos en cada Eucaristía.


VII Estación: JESÚS MUESTRA A LOS SUYOS SU CARNE HERIDA Y VENCEDORA

Texto bíblico: Jn 20,26-31 26
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: "La paz con ustedes". 27 Luego dice a Tomás: "Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". 28 Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío". 29 Jesús le dice: "Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído". 30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otros muchos signos que no están escritos en este libro. 31 Éstos han sido escritos para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre.

Reflexión.
Gracias, Señor, porque resucitaste no sólo con tu alma, sino también con tu carne. Gracias porque quisiste regresar de la muerte trayendo tus heridas. Gracias porque dejaste a Tomás que pusiera su mano en tu costado y comprobara que el Resucitado es exactamente el mismo que murió en una cruz. Gracias por explicarnos que el dolor nunca puede amordazar el alma y que cuando sufrimos estamos también resucitando. Gracias por ser un Dios que ha convivido con el dolor, gracias por no avergonzarte de tus manos heridas, gracias por ser un hombre entero y verdadero.

Ahora sabemos que eres uno de nosotros sin dejar de ser Dios, ahora entendemos que el dolor no es un fallo de tus manos creadoras, ahora que tú lo has hecho tuyo comprendemos que el llanto y las heridas son el camino para la resurrección.

Déjame que te diga que me siento orgulloso de tus manos heridas de Dios y de tenerte como hermano nuestro. Deja que entre tus manos crucificadas ponga estas manos maltrechas por mi trabajo de cada día.


VIII Estación: CON SU CUERPO GLORIOSO JESÚS EXPLICA QUE TAMBIÉN LOS NUESTROS RESUCITARÁN

Texto bíblico: Lc 24,36-43 36
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: "La paz con ustedes". 37 Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. 38 Pero él les dijo: "¿Por qué se turban? ¿Por qué hay dudas en su corazón? 39 Miren mis manos y mis pies; soy yo mismo. Pálpenme y vean, porque un espíritu no tiene carne y huesos como ven que yo tengo". 40 Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. 41 Como no acababan de creérselo a causa de la alegría y estaban asombrados, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?". 42 Ellos le ofrecieron un trozo de pescado. 43 Lo tomó y comió delante de ellos.

Reflexión.
"Mírenme bien. Tóquenme. Comprueben que no soy un fantasma", decías a los tuyos, temiendo que creyeran que tu resurrección era tan sólo un símbolo, una dulce metáfora, una ilusión hermosa para seguir viviendo. Era tan grande el gozo de reencontrarte vivo que no podían creerlo; no cabía en sus pobres cabezas que sabían de llantos pero no de alegrías. El ser humano, ya lo sabes, es incapaz de muchas esperanzas. Como él tiene el corazón pequeño cree que el tuyo es tacaño.

Como te ama tan poco no puede sospechar que tú puedas amarle tanto. Como vive amasando pedacitos de tiempo siente vértigo ante la eternidad. Y así, va por el mundo arrastrando su carne sin sospechar que pueda ser una carne eterna. Conoce el pudridero donde mueren los muertos; no logra imaginarse el día en que esos muertos volverán a ser niños, con una infancia eterna. ¡Muéstranos bien tu cuerpo, Cristo vivo, enséñanos ahora la verdadera infancia, la que tú nos preparas más allá de la muerte y que empezamos a vivir desde hoy!


IX Estación: JESÚS BAUTIZA A SUS APÓSTOLES CONTRA EL MIEDO

Texto bíblico: Jn 20,19-31 19
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con ustedes". 20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado.

Los discípulos se alegraron de ver al Señor.21 Jesús les dijo otra vez: "La paz con ustedes. Como el Padre me envió, también yo los envío". 22 Dicho esto, sopló y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. 23 A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos".

Reflexión.
Han pasado, Señor, ya veinte siglos de tu resurrección y todavía tenemos momentos en los que nos dejamos invadir por el miedo y la inseguridad; a veces hemos temido que las puertas del infierno puedan algún día prevalecer si no contra tu Iglesia, sí contra nuestro pobre corazón de cristianos. Y hemos mirado a todos lados menos hacia el cielo; y hemos llegado incluso a creer que el mal es más fuerte que tu propia Palabra. Termina de convencernos, Jesús, que tú ya has vencido el dolor y la muerte. Que no vacilemos, ni dudemos amasando angustias y tristezas. Repítenos de nuevo que tú dejaste paz suficiente para todos. Pon tu mano en mi hombro y grítame: "No temas". Infúndenos a todos tu luz y tu certeza; danos el gozo de vivir como discípulos tuyos e hijos amados de tu Padre a quien has hecho Padre nuestro; inúndanos de la alegría de tu corazón. ¡Haznos, Señor, testigos de tu gozo y que, por nuestro medio, la demás gente descubra lo que es creer en ti!


X Estación: JESÚS ANUNCIA QUE SEGUIRÁ SIEMPRE CON NOSOTROS

Texto bíblico: Mt. 28,16-20 16
Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 17 Y al verlo le adoraron; algunos sin embargo dudaron.18 Jesús se acercó a ellos y les habló así: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo".

Reflexión.
"Yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos". Esta fue la más grande de todas tus promesas, el más jubiloso de todos tus anuncios.

¿O acaso tú podrías visitar esta tierra como un sonriente turista de los cielos, pasar a nuestro lado, ponernos la mano sobre el hombre, darnos buenos consejos y regresar después a tu seguro cielo dejando a tus hermanos sufrir en la soledad? ¿Podrías venir a nuestros llantos de visita sin comprometerte con nosotros? ¿Dejarnos solos, limitándote a ser un inspector de nuestras culpas? Tú juegas limpio, Señor. Tú bajas a ser hombre para serlo del todo, para serlo con todos, dispuesto a dar al ser humano no sólo una limosna de amor, sino el amor entero. Desde entonces no estamos solos, tú estás en cada esquina de las horas esperándonos, más cercano a nosotros que cualquiera de nuestros otros amigos, más dentro de mí mismo que yo mismo. "No les dejaré huérfanos", dijiste. Y desde entonces ha estado lleno nuestro corazón.


XI Estación: JESÚS DEVUELVE A LOS APÓSTOLES LA ALEGRÍA PERDIDA

Texto bíblico: Jn 21,1-14 1
Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dice: "Voy a pescar". Le contestan ellos: "También nosotros vamos contigo". Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5 Jesús les dice: "Muchachos, ¿no tienen nada que comer?". Le contestaron: "No". 6 Él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán". La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. 7 El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: "Es el Señor". Cuando Simón Pedro oyó "es el Señor", se puso el vestido -pues estaba desnudo- y se lanzó al mar. 8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos.

9 Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. 10 Jesús les dice: "Traigan algunos de los peces que acaban de pescar". 11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. 12 Jesús les dice: "Vengan y coman". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres tú?", sabiendo que era el Señor. 13 Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. 14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Reflexión.
Desde que tú te fuiste no hemos pescado nada.

Llevamos gran parte de nuestra vida echando inútilmente las redes y entre las mallas sólo pescamos vacío. Iban pasando los años y el alma se nos iba secando. Nos habíamos vuelto estériles…, muertos. Habíamos olvidado amar, incluso olvidamos cómo reír. Y una tarde, tu volviste y nos dijiste: "Echen la red a la derecha, atrévanse de nuevo a confiar, abran el alma, saquen del viejo cofre las nuevas ilusiones, denle cuerda al corazón, levántense y caminen". Y de repente, nuestras redes rebosan alegría, nos resucita el gozo y es tanto el peso de amor que recogemos que la red se nos rompe, cargada de ciento cincuenta nuevas esperanzas. ¡Tú eres Jesús, el fecundador de nuestras almas! ¡Llegaste a nuestra orilla, caminaste sobre el agua de nuestra indiferencia y nos has devuelto, Señor, la alegría!


XII JESÚS ENTREGA A PEDRO EL PASTOREO DE SUS OVEJAS

Texto bíblico: Jn 21, 15-17 15
Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: "Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?". Le dice él: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Le dice Jesús: "Apacienta mis corderos". 16 Vuelve a decirle por segunda vez: "Simón de Juan, ¿me amas?". Le dice él: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Le dice Jesús: "Apacienta mis ovejas". 17 Le dice por tercera vez: "Simón de Juan, ¿me quieres?". Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: "¿Me quieres?" y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero". Le dice Jesús: "Apacienta mis ovejas".

Reflexión.
Nos faltaba aún un gozo: descubrir tu increíble modo de perdonar. Nosotros, como Pedro, hemos manchado tantas veces tu nombre, hemos dicho que no te conocíamos, nos hemos puesto rojos de vergüenza temiendo que alguien descubriera que somos amigos tuyos, nos hemos calentado al fuego de los gozos del mundo. Y esperábamos que, al menos, tú nos reprenderías y hasta sentirnos orgullosos de que habíamos pecado en grande. Pero resulta que tú me esperabas solo para preguntarme "¿Me amas aún?". ¡Cómo iba yo a imaginar que hasta ya me tenías preparada la túnica del gozo y el abrazo del amigo fiel! ¿Cómo es posible que nos perdones tan de a de veras? ¿Es que no tienes ni una palabra de reproche? ¿No temes que nos vayamos de tu lado al ver que la pones tan fácil? ¿No ves, Señor, que casi nos empujas a alejarnos de ti sólo para encontrarnos de nuevo entre tus brazos?


XIII Estación: JESÚS ENCARGA A LOS DOCE LA TAREA DE EVANGELIZAR

Texto bíblico: Mc 16,14-20 14
Estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado. 15 Y les dijo: "Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. 16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. 17 Estos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, 18 agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien".

19 Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.

20 Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con los signos que la acompañaban.

Reflexión.
Y ahora nos das un gozo más: dejas en nuestras manos la antorcha de tu fe. Habrías podido reservarte ese oficio; hablar directamente al corazón de la gente porque Tú eres la Palabra, el único jardinero del alma, el dador de toda gracia, el creador y Señor de todo lo invisible y lo visible.

Y sin embargo nos pides tu ayuda; nos haces intermediarios, colaboradores que llevamos un tesoro en una vasija de barro. Tú, como un Padre que sienta su hijo al timón de su carro me dices: "Ahora conduce tú". Has querido dejar en nuestras manos la tarea de hacer lo que sólo tú haces: llevar gozosa y orgullosamente, de mano en mano, la antorcha que tú enciendes y comunicarle al mundo, desde nuestra debilidad, la Vida y la fuerza que sólo están en ti.


XIV JESÚS SUBE A LOS CIELOS PARA ABRIRNOS EL CAMINO

Texto bíblico: Hch 1,9-14 9
Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos. 10 Como ellos estuvieran mirando fijamente al cielo mientras él se iba, se les presentaron de pronto dos hombres vestidos de blanco 11 que les dijeron: "Galileos, ¿por qué permanecen mirando al cielo? Este Jesús, que de entre ustedes ha sido llevado al cielo, volverá así tal como le han visto marchar al cielo".

12 Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que está próximo a Jerusalén, la distancia de un camino sabático. 13 Y cuando llegaron, subieron a la estancia superior. Estaban Pedro y Juan; Santiago y Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago el de Alfeo, Simón el Zelote y Judas de Santiago. 14 Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, y de María la madre de Jesús, y de sus hermanos.

Reflexión.
La última alegría fue que te fuiste, pero te quedaste. Tu subida a los cielos fue ganancia, no pérdida; fue meterte en nuestro camino. Al perderte en las nubes te vas sin alejarte, asciendes y te quedas, subes para llevarnos, señalas un camino, abres una brecha. Tu ascensión a los cielos es la última prueba de que estamos salvados, de que estás con nosotros por siempre y para siempre. Desde aquel día la tierra no es un sepulcro triste, sino un lugar lleno de posibilidades; no una casa vacía, sino un montón de manos disponibles; no una larga nostalgia, sino un amor creciente. Te quedaste en el pan, en los hermanos, en las alegrías y esperanzas de la gente, en la risa, en todo corazón que se solidariza y que espera, en estas vidas nuestras que cada día ascienden a tu lado y que sueñan con el día feliz de tu retorno.

Nota: Dispones del archivo en audio del Via Lucis en los podcasts de CCNI Radio.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com | Redacción del Via Lucis: Equipo Teyocoyani (idea y reflexiones de José Luis Martín Descalzo)

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