Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

1.2.18

Cómo ser un buen lector en la liturgia


Probablemente, la causa de que con frecuencia cueste captar las lecturas por quienes están en los bancos esté en la falta de preparación del lector. Esperar que se lea bien sin la debida preparación, es pedir lo imposible. Ningún actor de una representación teatral saldrá al escenario sin ensayar su papel. Un político, antes de un mitin, estudia qué frases debe resaltar.

La misa, o cualquier celebración cristiana, es una reunión familiar que debe evitar cualquier excesivo protagonismo. Pero eso no significa que cada participante activo (lector, coro..., incluso el celebrante que preside) no deba realizar con la mayor competencia que le sea posible su tarea. Con modestia y sencillez, pero con el máximo deseo de hacerlo bien. Y para ello es indispensable prepararse.




a) Lo indispensable, lo imprescindible, es haberse leído antes la lectura que a uno le ha sido encomendada. En los primeros tiempos después de la reforma conciliar, no era infrecuente que –con el buen deseo de participación– el sacerdote, en el momento de las lecturas, pidiera: "Si alguien quiere leer...". Actualmente lo normal es que se asigne o busque lectores con anticipación. Pero, ¿es esto suficiente?

b) Quizá podríamos proponer un esquema que fuera de lo óptimo a lo mínimo (sabiendo que mucho depende de las posibilidades de cada lugar). Lo óptimo empezaría por encomendar a uno de los asistentes habituales la responsabilidad de distribuir anticipadamente las lecturas (un servicio que, si es necesario, puede realizar el mismo celebrante habitual). Es decir, que desde el domingo anterior, los "asignados" pudieran preparar la lectura (preparar la lectura, significa, entre otras cosas, leerla en voz alta un par de veces). Y, más aún, intentar penetrar en su mensaje: sólo lo que se siente interiormente se sabe leer exteriormente.

c) Si este óptimo no es posible, lo que sí parece indispensable es que se distribuyan las lecturas minutos antes de empezar la celebración y que se ayude a su preparación. Por ejemplo: entregando a cada lector una fotocopia de la lectura que le ha sido asignada. Insistimos: una fotocopia de la lectura tal como figura en el leccionario. Es importante: preparar la lectura según la presentación tipográfica de la mayoría de misales –o más aún, de las hojas dominicales que las reproducen– es una dificultad añadida para leer bien (por ejemplo, para tener en cuenta los puntos y aparte, para respetar los diálogos, etc.).

d) Y hecho lo anterior, llegamos ya al último peldaño de la preparación. Querido lector: antes de empezar a leer, dése un suspiro –un momento– de tranquilidad. Es decisivo. Lo indispensable es estar tranquilo, no precipitado, confiar en uno mismo. Por eso, por favor, una vez está ante el leccionario y el micrófono –y ante la asamblea del pueblo de Dios–, sin precipitarse, respire. Tranquilícese. Siéntase, en lo posible, seguro. Y así leerá mejor.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

5 comentarios:

  1. Son consejos que aplican a cualquier lectura ante el público, y que son muy lógicos. En mi caso me ha costado mucho más el miedo escénico. Nada que no supere la práctica y el tesón, pero complicado.

    Al final me he dado cuenta que cuanto más preparado lo lleve, más seguro me siento, y por tanto menos me afecta.

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    1. Sí, ese es un buen consejo, prepararse antes y así uno se puede sentir más seguro.

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  2. Aun siendo cierto lo que comentas, no deja de ser igualmente importante la falta de atención de muchos de los feligreses, en la mayoría de los casos no entienden nada de lo que se lee, están como ausentes, pensando en asuntos peregrinos… En definitiva, la gente no se esfuerza por escuchar con el espíritu, solo oyen.


    Es muy triste ver como personas de todas las edades entran a las iglesia con móvil en mano, situándose en las últimas bancadas de la iglesia para prestar más atención al Smartphone que a la misa y las lecturas de la misma, eso lo viví ayer sin ir mas lejos y cada vez que entro a una iglesia me encuentro con la misma situación, personas distraídas y abstraídas del mundo que le rodea, así es la mayoría de gente del siglo XXI, no se puede pedir más, bastante si se quedan con algún pequeño mensaje de la misa, el hombre actual no da para más, si lo sacas de su medio cotidiano que es el mundo físico y la realidad virtual no saben que hacer.

    ¡Ay, si San Pablo levantara la cabeza!

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    1. Deja de criticar y juzgar lo que hacen los demás Apolino, que vas a tener que confesarte otra vez :D

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    2. ¡Que la Paz y el Amor del Señor sean contigo!

      Amén

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