¡Oh, Virgen y Señora Carmelitana, María Santísima!, que extendiendo tu amor favoreciendo a los carmelitas, aun después de la muerte, como piadosísima Madre de los que visten tu santo escapulario, consuelas sus almas cuando están en el Purgatorio, y con tus ruegos consigues salgan de aquellas penas cuanto antes para ir a gozar de Dios en la gloria eterna. Te ruego me alcances, Señora, de Su Majestad, que cumpla yo las obligaciones de todo fiel cristiano, y continúa fervientemente la devoción de tu santo escapulario de tal modo que logre este singularísimo favor.
Te ruego también al presente consiga lo que, por tu intercesión ante Jesucristo, especialmente te pido (dígase la gracia que se desea alcanzar). Te lo suplico, Señora de los carmelitas, humildemente diciendo:
(decir un Avemaría).
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