Esta sencilla jaculatoria posee un profundo significado y una gran importancia, ya que nos predispone y ayuda a poder asumir algo que a veces al cristiano le cuesta mucho digerir: aceptar la voluntad divina. La jaculatoria es la siguiente:
Sea hecha, alabada y eternamente exaltada en todas las cosas la justísima, altísima y amabilísima voluntad de Dios.
Con esta jaculatoria se consiguen cien días de indulgencia una vez al día a todos los fieles que, con corazón contrito y devotamente, rezaren esta jaculatoria de resignación. También se puede conseguir indulgencia plenaria una vez al año al que, confesándose y comulgando, orare por las intenciones del pontífice. Otra indulgencia plenaria para la hora de la muerte a los que la hubiesen rezado frecuentemente durante su vida, y aceptaren con resignación la muerte que les venga de las manos de Dios.
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