Hasta hace no mucho los templos parroquiales, capillas, oratorios e iglesias de nuestras ciudades eran lugares de recogimiento. En un entorno donde el ruido, la música y las molestias son constantes (incluso en nuestra propia casa, seguro que muchos lo sufrís con los vecinos) esos templos cristianos eran prácticamente el único lugar de silencio donde uno podía acudir a meditar, a recogerse, y a orar en paz y en silencio con Dios.
Pero desde hace unos años ha entrado en muchas parroquias una diabólica moda fruto de esta sociedad del vicio y del alejamiento de Dios: el hilo musical. En muchas iglesias ya no se puede entrar a orar, y -por desgracia- hay más silencio en una biblioteca llena de gente, que en muchas iglesias. Algunas han instalado hilo musical que mantienen constantemente, todo el día, y en el cual tan pronto puedes estar escuchando cantos gregorianos, como música más cercana al "pop" que a la religión. Como si fuera la sala de espera de cualquier aeropuerto o un centro comercial.
Yo, cada vez que entro a una iglesia y me encuentro con hilo musical, me cuesta bastante concentrarme, me cuesta bastante estar en paz. Me cuesta bastante centrarme en mi oración o atentamente disfrutar de la presencia en silencio con Jesús eucaristía, y prefiero ir hacia otra iglesia que no tengan música ambiental. Mucha gente se queja porque no se exija arrodillarse al comulgar, muchos se quejan por no decir misas en latín, y muchos porque se dé la comunión en la mano, pero curiosamente no he oído ni leído a nadie quejarse porque se imponga la moda del hilo musical, cosa que me parece mucho más grave. Es romper el silencio de Dios, el silencio que solo en sus templos podías encontrar, y sustituirlo por la "cancioncilla" de moda o cualquier musiquilla clásica que, por muy bonita, inspiradora y atractiva que sea -eso no lo pongo en duda- no creo que sea lo más adecuado para quien acuda a encontrarse con Dios en la intimidad. Imaginémonos por un momento que en los monasterios y conventos, cada religiosa o monje tuviera en su celda hilo musical las veinticuatro horas del día; que cuando se pongan a orar, esté la "música enlatada" rumiando cansinamente una y otra y otra vez. Muchos de los cristianos que acuden a las iglesias a orar durante el día son gente que, como los monjes y monjas, ansían su rato de intimidad con Dios y necesitan de esa oración para su espíritu, y puede -como ocurre por desgracia en muchas ocasiones- que solo tengan ese sitio donde estar en paz y en silencio. Pero ahora, por a saber qué misteriosa y malévola mano, se les priva incluso de ese goce espiritual poniéndoles un constante fondo musical elegido al azar y sin razón alguna. Con la única intención, por tanto, de molestar a su oración privada, íntima y personal.
Es lamentable e indignante que algunas parroquias dediquen sus escasos recursos a esas tonterías, cuando bien podrían dedicarlo a obras de caridad más provechosas (y beneficiosas para su comunidad). Más aún si tenemos en cuenta que ese hilo musical tan molesto lo pagan los mismos feligreses, y supone una carga que ni es necesaria, ni ventajosa en ningún sentido. ¿Por qué se hace, entonces? Bien, porque es "la moda", porque se lleva, porque no importa el silencio, sino que en esta sociedad del ruido, hasta algunas iglesias prefieren que quienes vayan a orar se entretengan escuchando música en lugar de estar haciendo oración. Se aparta a Dios por el vicio y la algarabía, aún dentro de la propia iglesia. ¿Qué será lo siguiente? ¿Poner máquinas recreativas para que quienes vayan a misa pasen el rato jugando a las tragaperras? Y algunos lo verán hasta normal, e incluso lo defenderán en aras de una supuesta y falsa apertura al mundo. Que el Señor les perdone.
| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
¡Qué horror!
ResponderEliminarNo cabe duda que vivimos en una sociedad totalmente perdida, ni siquiera respetan el silencio en los lugares de culto.. Impresionante.
Por suerte yo no me he topado con ninguna iglesia de este estilo, pero si entro en alguna con música saldré rápidamente.
Pues has tenido mucha suerte Apolino, porque donde yo estoy hay muchas así (por fortuna no todas), pero es algo que cada vez se está extendiendo más, y no sé a qué responde, la verdad.
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