Letanías de nuestra señora la Virgen del Monte Carmelo:
Consuelo en tierra de suplicios.
Poca idea nos podemos hacer de lo que suponen las penas del purgatorio, no solo por las penas en sí, sino por los sufrimientos generados por la soledad, el desamparo, la incertidumbre y, ante todo, la falta del consuelo divino y de la visión de Dios, o de la presencia de Dios, que lo sustenta todo. "Les quitas el aliento, expiran, y vuelven al polvo", nos dice la Biblia en el Salmo 104.
En la Sagrada Escritura se habla del purgatorio como "fuego interior", "pasaje de fuego", "como quien pasa por el fuego", un lugar de dolor para sentir dolor por nuestras penas de esta vida, por lo que hemos hecho mal, o por el bien que dejamos de hacer.
La tradición cristiana de orar por las ánimas del purgatorio para ayudar a su pronta liberación es, pues, uno de los remedios y de las obras de piedad más necesarias para nuestros difuntos y que, a la vez, obtenemos con ellas grandiosos frutos para nosotros mismos, ya que fortalece y favorece nuestra visión y cercanía con nuestra auténtica patria y, al mismo tiempo, ayuda a liberarnos de los lazos psicológicos y sentimentales con éste mundo, el cual no deja de ser simplemente un paso temporal. Un peregrinaje pronto a concluir.
La Virgen del Carmelo es un auténtico consuelo para esas ánimas que sufren por sus pecados suplicio, y se convierte en un alivio para ellas y, para nosotros, en una ruta mas rápida, un salvoconducto para pasar el más breve tiempo posible entre dichas penas. Nuestra Señora, que es Consuelo en Tierra de Suplicios, es por lo tanto alivio y bálsamo agradable en medio de nuestro dolor; y mano maternal, dulce y segura, para llevarnos al lado de su Hijo.
| Redacción: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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