Semana en el Oratorio

Mes de febrero, mes del Amor

9.12.19

Oraciones en casa del difunto. Oración comunitaria en el velatorio


1. Ritos iniciales.

A/. Bendigamos al Señor que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho nacer para una esperanza viva, por Cristo nuestro Señor.

T/. Amén.

A/. Aunque el dolor por la pérdida de un ser querido llena de pena nuestros corazones, avivemos en nosotros la llama de la fe, para que la esperanza que Cristo ha hecho nacer en nosotros dirija ahora nuestra oración para encomendar a nuestro(a) hermano(a) N. en las manos del Señor, Padre misericordioso y Dios de todo consuelo.

(Se canta o recita el salmo 129 con la respuesta que se propone. Las estrofas las puede cantar un salmista o bien las va recitando alguno de los presentes. También se puede cantar otro canto como "Juntos como hermanos").

Respuesta:
MI ALMA ESPERA EN EL SEÑOR,
ESPERA EN SU PALABRA;
MI ALMA AGUARDA AL SEÑOR,
PORQUE EN EL ESTA LA SALVACIÓN.

1. Desde lo hondo a ti grito, Señor:
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

2. Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

3. Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
Más que el centinela a la aurora.

4. Aguarde Israel al Señor,
como el centinela a la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

A/. Oremos (pausa): Señor, escucha en tu bondad nuestras súplicas ahora que imploramos tu misericordia por tu siervo(a) N. a quien has llamado de este mundo: dígnate llevarlo(a) al lugar de la luz y de la paz, para que tenga parte en la asamblea de tus santos. Por Jesucristo nuestro Señor.

T/. Amén.

2. Liturgia de la Palabra.

(Ahora se lee alguna de las siguientes lecturas).

L/. Lectura del libro de la Sabiduría (3, 1-6.9).

"La vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos tenían total esperanza en la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como el oro en el crisol, los recibió como sacrificio de ofrenda. Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque Dios ama a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos". Palabra de Dios.


L/. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (14, 7-9. 10c-12).

Hermanos: "Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos. Todos compareceremos ante el tribunal de Dios, porque está escrito: "Por mi vida, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, a mí me alabará toda lengua". Por eso, cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo". Palabra de Dios.

(Si se hacen dos lecturas, entre la primera y la del Evangelio se puede cantar un canto de meditación como un salmo, por ejemplo el Salmo 22).

L/.Lectura del Santo Evangelio según san Juan (11, 17-27).

"En aquel tiempo, cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania está como a tres kilómetros de Jerusalén; y muchos judíos habían venido a ver a Marta y a María para darles el pésame por la muerte de su hermano. Cuando Marta supo que Jesús venía en camino, salió a su encuentro mientras que María permaneció en casa. Y Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá".

Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió: "Yo sé que resucitará en la resurrección de los muertos en el último día". Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto? Ella le contestó: "Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo".

Palabra del Señor.


(Si está presente un sacerdote o diácono, dirige a los presentes una breve homilía. De lo contrario alguno de los presentes puede hacer algún comentario y guardar un momento de silencio. Luego todos hacen la Profesión de fe).

A/. Con la esperanza puesta en la resurrección y en la vida eterna que en Cristo nos ha sido prometida, profesemos ahora nuestra fe, luz de nuestra vida cristiana.

T/. Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

3. Oración de los fieles.

A/. Oremos, hermanos, a Cristo el Señor, esperanza de los que vivimos aún en este mundo, vida y resurrección de los que han muerto; llenos de confianza digámosle: R/ TÚ QUE ERES LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA, ESCÚCHANOS.

A/. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no te acuerdes de los pecados de nuestro(a) hermano(a) N., roguemos al Señor.

R/ Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos.

A/. Señor, por el honor de tu nombre, perdónale todas sus culpas y haz que viva eternamente feliz en tu presencia, roguemos al Señor.

R/ Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos.

A/. No rechaces a tu siervo(a) N. ni lo(la) olvides en el reino de la muerte, sino concédele gozar de tu dicha en el país de la vida.

R/ Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos.

A/. Acuérdate, Señor, de los familiares y amigos a quienes entristece esta muerte y auméntales la fe para que encuentren consuelo y paz, roguemos al Señor.

R/ Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos.

A/. Acoge en tu Reino de vida a todos nuestros seres queridos que han muerto con la esperanza de la resurrección, roguemos al Señor.

R/ Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos.

(Se pueden agregar ahora peticiones espontáneas).

A/. Señor, sé tú el apoyo y la salvación de los que acudimos a ti: sálvanos y bendícenos porque somos tu pueblo, roguemos al Señor.

R/ Tú que eres la resurrección y la vida, escúchanos.

A/. El mismo Señor, que lloró junto al sepulcro de Lázaro y que, en su propia agonía acudió conmovido al Padre, nos ayude a decir la oración que él nos enseñó: T/. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

(Se puede rezar también un Avemaría).

A/. Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de su siervo(a) N. para que no sufra castigo por sus pecados, pues deseó cumplir tu voluntad; y ya que la verdadera fe lo (la) unió aquí en la tierra al pueblo fiel, que tu bondad divina lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor.

T/. Amén.

A/. Dale, Señor, el descanso eterno.

T/. Y brille para él (ella) la luz perpetua.

A/. Descanse en paz.

T/. Amén.

A/. Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.

T/. Amén.

(Se puede terminar con un canto como "Resucitó", "El Señor resucitó, aleluya", "Tú nos dijiste que la muerte", "Mientras recorres la vida"...).

Nota: Estas oraciones están tomadas del "Ritual de Exequias" de la Comisión Episcopal Española de Liturgia (2ª edición 1989). Dada la escasez de sacerdotes, están pensadas para ser dirigidas por laicos. Si el difunto es un niño, un joven, un accidentado o suicida se hacen las adaptaciones convenientes. La letra A/ significa "Animador" (el que dirige la celebración), T/ significa "Todos", L/ significa "Lector", R/. "Respuesta", y N. es para decir el nombre del difunto.