Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

29.9.19

La Escuela del Sagrado Corazón de Jesús: 3. La oración de la mañana


Para fijar nuestra imaginación y nuestro corazón, presentémonos delante del dulcísimo Jesús, como un niño arrodillado delante de su amorosa madre, con las dos manos entre sus manos, y comencemos nuestra oración. Hagamos una oración corta, pero fervorosa, desechando toda preocupación de negocios y todo pensamiento inútil. Cinco minutos bastan para este ejercicio.

Y, ¿qué imaginación, por ligera que sea, no puede fijarse durante un tiempo tan corto y empleando el método indicado arriba?

No entristecerse, ni menos desalentarse por las distracciones involuntarias. El Corazón de Jesús no se ofende por ellas; como una madre que ve a su hijo niño volver la cabeza una y otra vez a cada palabra que le dirige: es enfermedad, debilidad. Y nuestro Señor nos perdona de buen grado. Pero una actitud o posición indolente, divagación continua de espíritu, esto es lo que desagrada a su Corazón y seca la fuente de sus gracias. La oración es el canal que nos las trae, si se hace mal, es un canal que no vuelve a su origen, el Corazón de Dios, y deja nuestra alma seca, árida, sin fuerza para practicar la virtud durante el resto del día.