Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

18.7.17

Corona del Señor por los difuntos y las ánimas del Purgatorio


Esta corona, instituida por inspiración divina en 1516 por el Beato Miguel de Florencia, monje Camaldulense, y aprobada por el pontífice León X, se compone de treinta y tres Padrenuestros en veneración de los treinta y tres años que Nuestro Señor Jesucristo vivió en la tierra, y cinco Avemarías en honor de sus cinco llagas: de las cuales una se reza al principio de cada una de las tres decenas de Padrenuestros, y de las dos Avemarías restantes para completar el número de cinco, una se reza antes de los otros tres Padresnuestros y después de los mismos. Al fin de cada decena se dice un Gloria, y un Requiem por los difuntos. Se termina con el Credo, en el cual están compendiados los misterios del nacimiento, vida, muerte y glorificación de Jesucristo, que se considerarán y meditarán.

La Corona del Señor tiene numerosas indulgencias, entre ellas:
- Indulgencia de doscientos años por cada vez que se rezare la Corona verdaderamente arrepentido y haberse confesado, o al menos con el firme propósito de confesarse.
- Indulgencia plenaria en el artículo de la muerte al que arrepentido y confesado invocare, al menos con el corazón, el Santísimo nombre de Jesús, con tal de que haya rezado la dicha corona una vez durante su enfermedad con la intención de ganar la referida indulgencia y, recuperando la salud, la indulgencia de doscientos años.
- Indulgencia de doscientos años al que llevando consigo la dicha Corona, y hallándose fuera de Roma (o en Roma, pero legítimamente impedido de visitar las iglesias de las estaciones) si en los días de las mismas, confesado y comulgado, visitare una iglesia a su arbitrio, o estando impedido, rezare la Corona del Señor, los siete Salmos Penitenciales con las letanías de los santos, y preces consiguientes según el Breviario Romano.




Modo para rezar la Corona en sufragio por los difuntos y las ánimas del Purgatorio:

Por la señal de la Santa Cruz, líbranos...
En el nombre del Padre...


1- Consideremos el estado lastimoso y digno de compasión de las santas ánimas del Purgatorio.
Un Avemaría, diez Padrenuestros, Gloria, Requiem.

2- Consideremos cuan fácilmente podemos socorrer a las ánimas del Purgatorio con nuestras oraciones y otras buenas obras.
Un Avemaría, diez Padrenuestros, Gloria, Requiem.

3- Consideremos que las ánimas socorridas por nosotros, cuando se hallen reunidas en el cielo, intercederán por nosotros cerca de su Divina Majestad.
Un Avemaría, diez Padrenuestros, Gloria, Requiem.

4- Ofrezcamos esta corona del Señor a sus sacratísimas llagas por manos de su Madre, para que redunde en refrigerio de las ánimas del Purgatorio.
Un Avemaría, diez Padrenuestros, Gloria, Requiem y el Credo.



La corona de los treinta y tres años de la vida del Señor
A continuación publicamos la Corona al completo, en su fórmula convencional:

Oración inicial:
Dulcísimo Señor mío Jesucristo, cuando considero que Vos, eterno y verdadero Dios, hecho hombre, compadecido de nuestras miserias, después de treinta y tres años de una vida trabajosa habéis padecido cruelísimos tormentos hasta morir en una cruz por nosotros, me horrorizo al pensar en mi extrema ingratitud, por haberos ofendido gravísimamente tantas veces, de lo que siente mi corazón un dolor muy intenso, el que deseo y os pido sea el mayor entre todos los dolores por los pecados que he cometido contra Vos, mi Creador, mi Redentor y mi amor.

Pero confiado en vuestra misericordia, en vuestros méritos, y en la intercesión de la bienaventurada Virgen vuestra Madre, arrepentido de corazón, humildemente os ruego por vuestro Santísimo Nombre, por vuestra Preciosísima Sangre y por vuestras Sacratísimas Llagas, que me perdonéis, y que imprimáis indeleblemente en mí la memoria de los misterios de vuestra santísima vida, pasión y muerte. Iluminad mi entendimiento e inflamad mi voluntad, para que pueda rezar devotamente vuestra Corona en honor y gloria vuestra, y por la salud de mi alma y de todos los vivos y difuntos, por quienes tengo intención y obligación de rogar, o Vos queréis que ruegue, y entre otros por aquellos que me han ofendido de cualquier modo que sea, a quienes con vuestro divino auxilio, y por amor vuestro estoy resuelto a perdonar, y a nunca más ofender a vuestra divina Majestad. Amén.

- Misterios de la venida sacratísima del Señor.

El ángel San Gabriel anuncia a la bienaventurada Virgen María la Encarnación del Verbo en sus purísimas entrañas. Avemaría...

· El Hijo de Dios hecho hombre nace de María Virgen en un pesebre. Padrenuestro.
· Los Ángeles se alegran y cantan: Gloria a Dios en las alturas. Padrenuestro.
· El Hijo de Dios es adorado de los pastores avisados por los Ángeles. Padrenuestro.
· En el día octavo de su nacimiento es circuncidado y llamado con el nombre santísimo de Jesús. Padrenuestro.
· Es adorado de los Magos, quienes le ofrecen oro, incienso y mirra. Padrenuestro.
· Es presentado en el templo, y allí es profetizado por Salvador del mundo. Padrenuestro.
· Huyendo de la persecución de Herodes, es llevado a Egipto. Padrenuestro.
· No encontrado por Herodes, son muertos los Inocentes. Padrenuestro.
· San José y su Madre le llevan a Nazaret su patria. Padrenuestro.
· A la edad de doce años disputa en el templo con los doctores. Padrenuestro.
Gloria, Réquiem aeternam.


- Misterios de la conversación santísima del Señor.

Jesús es muy obediente a la santísima Virgen su Madre y a san José. Avemaría.

· A la edad de treinta años es bautizado por san Juan en el Jordán. Padrenuestro.
· Ayuna cuarenta días en el desierto, y vence al demonio tentador. Padrenuestro.
· Practica y predica su santa ley de vida eterna. Padrenuestro.
· Llama a sí a los discípulos, quienes lo dejan inmediatamente todo para seguirle. Padrenuestro.
· Hace el primer milagro de convertir el agua en vino. Padrenuestro.
· Cura a los enfermos, da movimiento a los paralíticos, oído a los sordos, vista a los ciegos y vida a los muertos. Padrenuestro.
· Convierte a los pecadores y les perdona sus pecados. Padrenuestro.
· Perseguido de muerte por los judíos, no los castiga, sino que los corrige con dulzura. Padrenuestro.
· Se transfigura en el monte Tabor a vista de Pedro, Santiago y Juan. Padrenuestro.
· Entra triunfante en Jerusalén montado en un pollino, y arroja a los profanadores del templo. Padrenuestro.
Gloria, Réquiem aeternam.


- Misterios del tránsito amarguísimo del Señor.

Jesús se despide de su santísima Madre antes de ir al encuentro de la muerte por nuestra salvación eterna. Avemaría.

· Celebra la última cena pascual, y lava los pies a los Apóstoles. Padrenuestro.
· Instituye el santísimo sacramento de la Eucaristía. Padrenuestro.
· Orando en el huerto, suda sangre, y es confortado por un Ángel. Padrenuestro.
· Vendido con el beso del traidor Judas, es preso y atado. Padrenuestro.
· Es falsamente acusado, abofeteado, escupido y de varias maneras ultrajado en cuatro tribunales. Padrenuestro.
· Mira piadosamente a Pedro después de haberle negado este tres veces, y le convierte; mientras que Judas desesperado se ahorca y se condena. Padrenuestro.
· Es azotado cruelísimamente en la columna. Padrenuestro.
· Coronado de espinas, es expuesto al pueblo que grita "sea crucificado, sea crucificado". Padrenuestro.
· Condenado a muerte, lleva la pesada cruz hacia el Calvario. Padrenuestro.
· Crucificado entre dos ladrones, después de tres horas de una penosísima agonía, muere, es herido en el costado, y sepultado. Padrenuestro.
Gloria, Réquiem aeternam.


- Misterios de la glorificación admirable del Señor.

Resucitando Jesús al tercer día, visitó primero que a nadie a su Madre santísima. Avemaría.

· Aparece a las tres Marías, y las manda avisen a sus discípulos que le han visto resucitado. Padrenuestro.
· Aparece a los discípulos, a quienes manifiesta sus sacratísimas llagas, y las hace palpar a Tomás. Padrenuestro.
· Cuarenta días después de la resurrección, bendiciendo a su santísima Madre y a los discípulos, subióse al cielo. Padrenuestro.
Roguemos a la Virgen santísima que nos alcance también a nosotros la bendición de su dulcísimo Hijo ahora y en la hora de nuestra muerte.
Ave María, Gloria, Réquiem aeternam.


Después en honor de los santos Apóstoles que lo compusieron, se reza el Credo, en el que se halla compendiada nuestra santa fe, rogándoles nos alcancen el auxilio divino, para poder perseverar en ella por toda nuestra vida: Credo...

- A la santísima Virgen en ofrecimiento de la Corona:
¡Oh gloriosísima Virgen María, verdadera Madre de Dios y abogada de los pecadores!.
Os ruego humildemente que os dignéis ofrecer a vuestro dulcísimo Hijo Jesucristo, nuestro Señor y Redentor, la Corona que yo indignísimo, he rezado en honor y gloria suya, en memoria, y acción de gracias por todo aquello que el Dios humanado pensó, dijo y sufrió durante los años que vivió visiblemente en la tierra para la salvación del hombre; como también en memoria de los suavísimos gozos y acerbísimos dolores que Vos su amantísima Madre experimentasteis por su amor. Os suplico además ¡oh Virgen purísima y piadosísima! me alcancéis de su divina Majestad el perdón de mis pecados, la enmienda de los vicios y la adquisición de sus más caras virtudes y de las vuestras, a saber, la humildad, la paciencia y la caridad.

Encomiendo igualmente a vuestra intercesión clementísima y a la de todos los Ángeles y Santos del Paraíso la Iglesia santa, la extirpación de las herejías, el Sumo Pontífice y los eclesiásticos superiores seculares y regulares y todos los vivos y difuntos, por quienes deseo y estoy obligado a rogar; y por ser el amor de los enemigos un especial precepto del mismo Señor vuestro Hijo, Dios de paz, también os ruego por aquellos que me hayan ofendido de cualquier manera que sea, a fin de que todos estemos unidos eternamente para amarle y alabarle en esta vida y en la otra.
Amén.

- Oración final:
Señor mío Jesucristo, que para redimir al mundo y librarle del infierno quisiste nacer entre nosotros pasible y mortal, ser circuncidado, reprobado y perseguido por los judíos, vendido por Judas vuestro discípulo con un beso sacrílego, y, cual manso e inocente cordero, atado con cuerdas, y arrastrado ignominiosamente a los tribunales de Anás, Caifás, Pilatos y Herodes; quisiste ser acusado por falsos testigos, destrozado con azotes y coronado de espinas, abofeteado, escupido, cubierto por escarnio vuestro divino rostro, vilipendiado de mil maneras, ultrajado, colmado de baldones e ignominias, y finalmente despojado de vuestras vestiduras, clavado y levantado en una cruz entre dos infames ladrones, amargado con hiel y vinagre, y traspasado con una lanza quisiste consumar la grande obra de nuestra redención.

¡Ea! Piadosísimo Redentor mío, por estas tan grandes y crueles penas que padecisteis por mi amor, y que yo, aunque sumamente indigno, voy meditando por la santa cruz y por vuestra amarguísima muerte, libradme de las penas del infierno (opcional: como también a este vuestro siervo [decir el nombre del agonizante, si fuera el caso]), y dignaos acogerme en el paraíso, a donde condujiste al ladrón arrepentido, crucificado con Vos, Jesús mío, que con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis por todos los siglos de los siglos.
Así sea.

Jaculatorias para concluir:
Jesús, José y María, os doy con mi corazón, el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, espire en paz con vosotros el alma mía.
Dulcísimo Jesús, no queráis ser mi Juez, sino mi Salvador.


Nota. El "Réquiem aeternam" es:
Dales Señor el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua. Amén.
(latín:)
Requiem æternam dona eis Domine, et lux perpetua luceat eis. Amen.

| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com

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