Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

26.9.22

Guía a tu sirviente



Señora, estrella luciente que a todo el mundo guía,
guía también a éste, tu sirviente, que su alma en ti confía.

A canela bienoliente eres, Señora, comparada,
de la tierra del Oriente es olor muy apreciada.

A ti hace clamor la gente en sus cuitas todavía,
quien por pecador se siente llamando Santa María.

Señora, estrella luciente que a todo el mundo guía,
guía también a éste, tu sirviente, que su alma en ti confía.

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (12)



LIBRO PRIMERO

CAPÍTULO 1.

Primera parte de la poesía o canción, que hace referencia a las dos noches diferentes por las que pasan los espirituales, según son las dos partes del hombre: la inferior y la superior. Esta parte de la poesía dice:

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

1. En esta primera estrofa canta el alma la dichosa suerte y ventura que tuvo por salir fuera de todas las cosas, y de los apetitos e imperfecciones que hay en la parte sensitiva del hombre, por el desorden que tiene de la razón. Para cuyo conocimiento es de saber que, para que una alma llegue al estado de perfección, ordinariamente ha de pasar primero por dos formas principales de noches, que los espirituales llaman purgaciones o purificaciones del alma, y aquí las llamamos noches, porque el alma, así en la una como en la otra, camina como de noche, o sea, a oscuras.

2. La primera noche o purgación es de la parte sensitiva del alma, de la cual se trata en la presente estrofa, y se tratará en la primera parte de este libro. Y la segunda es de la parte espiritual, de la cual habla la segunda estrofa que sigue; de esta también trataremos en la segunda y tercera parte del libro, cuanto a lo activo; porque, en cuanto a lo pasivo, será en la cuarta parte del libro.

3. Y esta primera noche pertenece a los principiantes en el tiempo en que Dios los comienza a poner en el estado de contemplación; de dicha noche tambien participa el espíritu, según diremos a su debido tiempo.

Y la segunda noche o purificación pertenece a los ya avanzados, al tiempo que Dios los quiere ya poner en el estado de la unión con Dios; y esta es más oscura y tenebrosa y de terrible purgación, según se dirá después.

25.9.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (11)



4. Y para este objetivo de dejarse llevar de Dios cuando Su Majestad los quiere hacer avanzar, así a los principiantes como a los experimentados, con su ayuda daremos doctrina y avisos, para que sepan entender o, a lo menos, dejarse llevar de Dios. Porque algunos padres espirituales, por no tener luz y experiencia en estos caminos, suelen impedir y dañar a semejantes almas en lugar de ayudarlas durante su camino, siendo semejantes a los constructores en Babilonia que, habiendo de administrar un material conveniente, daban y aplicaban ellos otro muy diferente, por no entender el idioma (Gn. 11, 1­9), y así no lograban hacer nada. Por eso es duro y fatigoso que en tales menesteres no pueda desenvolverse una alma, ni tampoco hallar quien la entienda. Y es que acontecerá que Dios lleve a una alma por un altísimo camino de oscura contemplación y sequedad, en el cual a ella le parece que va perdida y que, estando así, llena de oscuridad y trabajos, aprietos y tentaciones, llegue alguien quien equivocadamente le diga, como los consoladores de Job (2, 11­13), que es depresión, o desconsuelo, o tristeza, o su condición o forma de ser, o que podrá ser alguna malicia o falta oculta suya, y que por eso la ha dejado Dios en semejante estado; y así, suelen concluir juzgando que aquella alma debe de haber sido muy mala al conocer que sufre por tales hechos.

5. Y también habrá quien le diga que va yendo hacia atrás, pues no halla gusto ni consuelo como antes en las cosas de Dios; y así doblan el trabajo a la pobre alma. Porque pudiera ser que la mayor pena que ella siente sea del conocimiento de sus mismas miserias, en las cuales le parece que ve más claro que la luz del día que está llena de males y pecados, porque le da Dios una luz del conocimiento en su noche de contemplación, como más adelante diremos. Y, como halla quien conforme con su propio parecer la dirá que lo que sufre es por su culpa, crece sin término la pena y el aprieto del alma, y suele llegar a sentirse más que muriendo. Y no contentándose con esto, pensando los tales confesores que sus sequedades y aflicciones proceden de pecados, hacen a las dichas almas volver y revolver sobre sus vidas y hacer muchas confesiones generales, crucificándolas de nuevo con ello, al no estar entendiendo que este, por ventura, no es el tiempo de ese tipo de medios, sino más bien de dejarlas en ese estado de purgación en que Dios las tiene, debiendo entonces más bien estar consolándolas y animándolas a que se mantengan en esa situación hasta que Dios quiera; porque hasta entonces, por más que ellas hagan y ellos digan, no habrá más remedio que las ayude.

6. De esto habremos de tratar más adelante con el favor divino, y de cómo se ha de encontrar el alma entonces y el confesor con ella, y sobre los indicios que existen para conocer si aquella es la purgación del alma y, si lo es, si es del sentido o del espíritu, lo cual es la noche oscura a la que nos hemos referido, y cómo se podrá conocer si es depresión u otra imperfección acerca del sentido o del espíritu.
Porque podrá haber algunas almas que pensarán, ellas o sus confesores, que las lleva Dios por este camino de la noche oscura de purgación espiritual, y no será, sin embargo, sino alguna imperfección de las mismas, ya que hay tambien muchas almas que piensan que no tienen oración, y sin embargo tienen muy mucha; y otras creen tener mucha oración, y en realidad es poco más que nada.

7. Hay otras almas que lastimosamente trabajan y se fatigan mucho, y sin embargo vuelven atrás, poniendo el fruto de su provecho en lo que no aprovecha, sino antes molesta, y otras que con descanso y quietud van avanzando mucho.
Hay otras que, con los mismos regalos y favores que Dios les hace para caminar adelante, se embrollan y estorban y no van avanzando. Y también hay muchos elementos con los que se encuentran los que siguen este camino, algunos de gozos, penas y esperanzas y dolores: unos que proceden de espíritu de perfección, otros de imperfección.
De todo, con el favor divino, procuraremos decir algo, para que cada alma que esto leyere, de alguna manera atisbe el camino que lleva y acierte con el que le conviene llevar, si pretende llegar a la cumbre de este monte.

8. Y por cuanto esta doctrina es de la noche oscura por donde el alma ha de ir a Dios, no se maraville el lector si le pareciere precisamente eso: algo oscura. Lo cual entiendo yo que será al principio que empiece a leer; mas, a medida que vaya avanzando, irá entendiendo mejor lo primero, porque con lo uno se va declarando lo otro. Y después, si lo volviere de nuevo a leer una segunda vez, entiendo le parecerá más claras las explicaciones, y la doctrina más sana.
Y si algunas personas con esta doctrina no se encontrasen bien ni cómodas, debieran achacarlo a mi poco saber y mi pobre estilo, puesto que la materia, de suyo, es buena y muy necesaria. Pero me parece que, aunque se escribiera más elegante y perfectamente de lo que aquí se escribe no se aprovecharán de ello sino algunos pocos, porque aquí no se escribirán cosas muy morales y sabrosas para todos los espíritus que gustan de ir por cosas dulces y sabrosas a Dios, sino doctrina sustancial y sólida, así para los unos como para los otros, si quisieren pasar a la desnudez de espíritu que aquí se escribe.

9. Ni si quiera mi principal intento es hablar para todos, sino para algunas personas de nuestra sagrada Religión de los primitivos del Monte Carmelo, así frailes como monjas, dado que me lo han pedido ellos, a quien Dios hace el favor de colocar en la senda de este monte; los cuales, como ya están bien desnudos de las cosas temporales de este siglo, entenderán mejor la doctrina de la desnudez del espíritu.


24.9.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (10)



PRÓLOGO

1. Para poder explicar y hacer entender esta noche oscura por la cual pasa el alma para llegar a la divina luz de la unión perfecta del amor de Dios, o al menos todo lo que se pueda lograr sobre ello en esta vida, sería necesaria otra mayor luz de ciencia y experiencia que la mía; porque son tantas y tan profundas las tinieblas y trabajos, así espirituales como temporales, por los que ordinariamente suelen pasar las dichosas almas para poder llegar a este alto estado de perfección, que ni basta ciencia humana que lo pueda hacer entender, ni experiencia que lo pueda explicar, ya que sólo el que por ello pasa sabrá sentirlo, pero no explicarlo.

2. Y, por lo tanto, para decir algo de esta noche oscura, no me dejaré llevar ni de experiencia ni de ciencia, porque lo uno y lo otro puede faltar y engañar. No obstante, aunque sin dejar de recurrir en todo lo que me fuera posible a estas dos cosas (la experiencia y el conocimiento), me aprovecharé, con la ayuda divina, para todo lo que he de explicar -al menos para lo más importante y oscuro de entender- de la divina Escritura, por la cual guiándonos no podremos errar, dado que el que en ella habla es el Espíritu Santo. Y si yo en algo errare por no entender al completo lo que en ella se dice, no es mi intención apartarme del sano sentido y doctrina de la santa Madre Iglesia Católica, porque en tal caso totalmente me sujeto y resigno no sólo a su mandato, sino a cualquiera que con conocimiento de esta experiencia en mejor razón juzgare que yo.

3. Para hacer todo este tratado me ha movido no la posibilidad que veo en mí para tarea tan ardua, sino la confianza que en el Señor tengo de que me ayudará a decir algo por la enorme necesidad que tienen muchas almas de guía, las cuales, comenzando el camino de la virtud, y queriendo Nuestro Señor ponerlas en esta noche oscura para que por ella pasen a la divina unión, ellas no logran avanzar. A veces esto les ocurre por no querer entrar o dejarse entrar en esta noche oscura; a veces, por no entenderlo y carecer de guías idóneos y despiertos que las dirijan hasta la cumbre. Y así, es una lástima ver a muchas almas a quien Dios da talento y favor para avanzar que, si ellas quisiesen animarse, llegarían a este alto estado, quedarse sin embargo en un bajo modo de trato con Dios, por no querer, o no saber, o no tener quien las dirija y enseñe a desasirse de aquellos principios. Y aunque Nuestro Señor las favorezca tanto, que aún a pesar de todo ello las haga avanzar, llegan muy tarde y con más trabajo y con menos merecimiento, por no haberse acomodado a Dios, dejándose colocar libremente en el puro y cierto camino de la unión. Porque, aunque es verdad que Dios las lleva -que puede hacerlo aunque ni ellas se esfuercen-, no se dejan ellas llevar; y así por tanto se avanza menos, puesto que se resisten a ser manejadas y, en fin, no logran tantos merecimientos al no poner en esta obra su voluntad, dando como resultado que sufren y padecen más. Porque hay almas que, en vez de dejarse en manos de Dios y permitir que las ayude, en su lugar estorban los planes de Dios, poniéndoles impedimentos por su indiscreto obrar y su rechazo, haciéndose semejantes a los niños que, queriendo sus madres llevarlos cómodamente en brazos, ellos van pateando y llorando tratando de caminar por su propio pie y solo consiguiendo con ello andar de mala manera, o incluso no andar o, si caminasen, sería al paso de un niño, es decir, avanzando muy lentamente y con mucho esfuerzo y agotamiento.

23.9.22

"Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz, actualizada (9)



RESUMEN
Trata sobre cómo podrá un alma disponerse para llegar en breve a la divina unión. Da avisos y consejos, así a los principiantes como a los más avanzados, con doctrina muy provechosa para que sepan desprenderse de todo lo temporal y no enredarse con lo espiritual, y quedar en la suma desnudez y libertad de espíritu, como se requiere para la divina unión.

Escrito y redactado por el padre Fr. Juan de la Cruz, Carmelita Descalzo.


ARGUMENTO
Toda la doctrina que entiendo tratar en esta Subida del Monte Carmelo está incluida en las siguientes canciones, y en ellas se contiene el modo de subir hasta la cumbre del monte, que es el estado de perfección más alto, el cual aquí denominamos "unión del alma con Dios". Y porque lo que iré diciendo se va fundando en ellas, las he querido poner todas reunidas, para que se entienda y vea de una sola pasada toda la sustancia de lo que luego se va describiendo; aunque, al tiempo de ir declarando y esbozando su significado convendrá poner cada canción en su contexto y también los versos de cada una, según se exija en la materia a tratar y su explicación.


Dice, pues, así:


CANCIONES
con las cuales el alma canta la dichosa ventura que tuvo en pasar por la oscura noche de la fe, entre su desnudez y purgación, a la unión del Amado.


1. En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

2. A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

3. En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

4. Ésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
hacia donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

5. ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

6. En mi pecho florido,
que entero para Él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

7. El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

8. Me quedé y me olvidé,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y me dejé,
perdiendo mi cuidado
entre las azucenas olvidado.