Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

26.7.22

Mártires del siglo XX: beato Manuel Gómez González, y beato Adilio Daronch



Santa María del Carmelo, refugio de los pecadores: ruega por nosotros.




El sacerdote Manuel Gómez y su monaguillo Adilio Daronch fueron fusilados juntos el 21 de mayo de 1924 en la floresta de Feijao Miúdo (Brasil), por militares revolucionarios, cuando se dirigían a Tres Passos.

Manuel nació en As Neves (Pontevedra) en 1977. Ingresó en el seminario de Tuy y se ordenó sacerdote en 1902. En 1905 pasó a la diócesis de Braga, en Portugal, y en 1913 marchó a Brasil. Trabajó en la diócesis de Santa María (Río Grande do Sul), de la que le confiaron la inmensa parroquia de Nonoai, en la que realizó una gran labor pastoral y social, atendiendo también a los indios.

Cuando iba a visitar, en una parroquia vecina, a un grupo de colonos brasileños de origen alemán instalados en la floresta de Tres Passos, encontró el martirio.

Adilio nació en Dona Francisca (Río Grande do Sul, Brasil), en 1908. Era un niño sencillo y religioso, le gustaba rezar y acompañar al párroco. Ayudaba a Manuel Gómez en las misas como monaguillo. Encontró el martirio junto a su párroco, y ambos fueron beatificados en el año 2007.


En algunas ocasiones me encuentro tan envuelta en dificultades, que no sé cómo salir del paso. Recurro a mi buen padre san José, con firme confianza, y he aquí que me viene un buen pensamiento que no había tenido, una puerta se abre y ya estoy salvada.

Beata Ana María Javouhey

25.7.22

Véante mis ojos



Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno;
véante mis ojos,
muérame yo luego.

Vea quien quisiere
rosas y jazmines,
que si yo te viere
veré mil jardines.

Flor de serafines,
Jesús Nazareno,
véante mis ojos,
muérame yo luego.

No quiero contento,
mi Jesús ausente,
que todo es tormento
a quien esto siente.

Sólo me contente
tu amor y el deseo:
de véante mis ojos,
dulce Jesús bueno.

Véante mis ojos,
muérame yo luego.

24.7.22

Oración a nuestra Señora del Carmelo para pedir su protección perpetua



¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmelo! Vos, que miráis con ojos de particular bondad al que viste vuestro bendito escapulario, miradme benignamente y cubridme con el manto de vuestra maternal protección.

Fortaleced mi flaqueza con vuestro poder, iluminad las tinieblas de mi entendimiento con vuestra sabiduría, aumentad en mí la fe, la esperanza y la caridad. Adornad mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de vuestro divino Hijo y de Vos.

Asistidme en vida, consoladme en la hora de mi muerte con vuestra amabilísima y dulce presencia, y presentadme a la augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto vuestro, para así alabaros eternamente y bendeciros en el Paraíso.

Amén.

Homilía domingo 24 de julio de 2022



Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,1-13)

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:

"Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos".

Él les dijo:

"Cuando oréis, decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación".

Y les dijo:

"Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice: 'Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle'; y, desde dentro, aquel le responde:
'No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos'; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?".