Unas de las imágenes que más suelen impresionar es la de lugares abandonados, y mucho más si se trata de iglesias. Si a esto, encima, añadimos iglesias góticas, la espectacularidad de ver el paso del tiempo en lugares de culto que antaño han presenciado los rezos de tanta gente, y el recuerdo de tantas personas que han pasado entre sus paredes, puede realmente conmover. Nos habla de la caducidad del tiempo y de la vida, y nos deja en evidencia con pruebas irrefutables y rudas lo temporal de este mundo.
Detroit fue una de las ciudades estadounidenses más golpeadas por la crisis económica que tuvo lugar en la pasada década, y a finales de la misma esta iglesia gótica se vio abandonada como antes lo habían sido fábricas, tiendas, oficinas y edificios diversos. Asombroso testigo de un tiempo que nos hace patente el inexorable paso de ese mismo tiempo.