En las revelaciones de la madre Francisca se pueden ver algunas de las quejas y padecimientos de las ánimas, en donde encontramos muchos motivos para despertarnos a tener particular memoria de hacer bien a los que necesitan de ayuda de mano ajena, para liberarse de aquellas terribles penas. La santa desconfianza y el considerar que puede ser que no hayan salido, es mejor en estas ocasiones, en particular a los que nos corre obligación de acudir con sufragios.
Esto nos conviene, pues no sabemos lo que ocurre allí, siendo mucha la ceguedad con la cual vivimos, y duramente se paga después de muertos. Y aunque la madre Francisca sabía tanto del purgatorio por la continua comunicación que tenía con las ánimas, todavía a muchas de ellas, considerando sus virtudes y los fervorosos sufragios que les hacía, las creía en el cielo, cuando en realidad padecían reciamente en el purgatorio; y apareciéndose a ella, le decían: "te engañas, Francisca, porque mucha pureza y limpieza es menester para llegar a gozar de Dios, el cual a este fin nos purifica con tanto fuego".