Que aquel a quien sois llevado recobre, ¡oh Dios!, la salud, por la inefable virtud de vuestro sagrado cuerpo.
Mas, si ha llegado el momento del forzoso trance, de tal suerte lave su alma vuestra sangre redentora que, según mi alma lo implora, la vida encuentre tras la muerte.
Amén.
Jaculatoria:
¡Salud de los enfermos! ¡Refugio de los pecadores! ¡María Madre carmelitana! Rogad a vuestro Divino Hijo por el paciente a quien se digna ir a visitar.
Amén.
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