El octavo mandamiento nos dice:
En este mandamiento hemos de reflexionar acerca de:
- Si hemos prestado falso testimonio ante un juez en perjucio de alguien.
- Si hemos calumniado a nuestro prójimo en conversaciones o escritos.
- Si hemos hecho libelos, pasquines, anónimos o similares, contra el prójimo.
- Si hemos formado juicios temerarios, echando a mal cosas que podían ser inocentes.
- Si hemos acusado de delitos de los que no teníamos la certeza.
- Si con nuestra mala lengua hemos echado a perder matrimonios, o alterado amistades.
- Si por aligerar nuestra responsabilidad hemos cargado sobre otro, injustamente, parte de la falta cometida.
- Si habiendo hecho perjuicio con falsas declaraciones, maledicencias, escritos infamatorios, etc., no hemos procurado al arrepentirnos de reparar y remediar el daño causado, por todos los medios posibles, y tratar de restituir la honra.
- Si oyendo calumniar nos hemos complacido de ello, o no hemos defendido al calumniado.
- Si siendo autor de una culpa hemos permitido con nuestros silencios que se sospechase de otro.
- Si tenemos costumbre de mentir, aun cuando sea sin daño de otros.
- Si hemos mentido por vanidad, o por adulación, o por algún interés, o si lo hemos hecho por mera ociosidad.
- Si hemos apoyado o aplaudido mentiras ajenas.
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