Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

25.4.23

Las puertas cerradas



Los seres humanos viven siempre con las almas cerradas, se encastillan entre sus propios miedos, se tapian, se tabican la vida, se barrican detrás de sus temores, aseguran los puentes levadizos, se rodean de fosos con pirañas, ponen puertas, cerrojos y pasadores.

Así estaban los Apóstoles, acurrucados en sus llantos, avergonzados casi de haber creído en Él.

Le miraban y no sabían si huir o abrazarle, si esconderse o cantar. Sólo de algo estaban ciertos: tendrían que nacer otra vez para quererle.

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