Luz de Dios, disipa las tinieblas de mis dudas y guíame.
Fuego de Dios, derrite el hielo de mi indiferencia y abrásame.
Torrente de Dios, fecunda los desiertos de mi vida y renuévame.
Fuerza de Dios, rompe las cadenas de mis esclavitudes y libérame.
Alegría de Dios, aleja los fantasmas de mis miedos y confórtame.
Aliento de Dios, despliega las alas de mi espíritu y lánzame.
Vida de Dios, destruye las sombras de mi muerte y resucítame.
Ven, Espíritu Paráclito,
Espíritu creador y santificador,
Espíritu renovador y consolador,
Espíritu sanador y pacificador.
Ven y concede hoy a tu Iglesia, reunida en el Cenáculo con María, la experiencia de Pentecostés.
Amén.
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