Semana en el Oratorio

Desprecio de los bienes mundanos

10.9.22

San Agustín: el fin de los tiempos



Pertenece a Dios saber cuándo vendrá el fin del mundo; sea cuando sea, ahora es el tiempo de la fe.

Para cada uno de nosotros el tiempo está cerca, porque somos mortales. Caminamos entre peligros. Si fuésemos de cristal, temeríamos menos. ¿Hay algo más frágil que un recipiente de cristal? Sin embargo, puede durar siglos. Tememos que caiga, pero no lo daña la vejez ni la fiebre.

Somos, pues, más frágiles y más débiles, y esta fragilidad cada día nos hace temer todos los accidentes que constantemente acechan la vida de los hombres.




El hombre evita las desgracias, ¿pero puede evitar la última hora? Evita lo que viene del exterior, ¿puede echar fuera de sí lo que lleva dentro de él? A veces cualquier enfermedad lo asalta de repente.

En fin, el hombre habrá podido ir salvando los escollos toda su vida, pero cuando al fin le llegue la vejez ya no habrá prórroga.

San Agustín (354-430), oriundo de Tagaste (en la actual Argelia), fue obispo de Hipona. Es uno de los cuatro grandes padres de la Iglesia latina. Es también doctor de la Iglesia.


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