Mi cuerpo no sucumbe ante la muerte.
Sembrado en cruz, en fría losa oscura,
ya es espiga de luz fuerte y madura,
ya es pan de trigo tostado al sol y fuerte.
Mi cuerpo se levanta para verte.
¿Quién a mi amor pondrá una sepultura de olvido, o a este fuego una atadura?
A cara o cruz el sino de la suerte.
Pero la muerte pierde su partida.
La vencí, doblegué, he pisoteado su aguijón. ¡Muerte, estás de muerte herida!
Mira qué cruz, qué clavos me ha costado conquistar el botín de nuestra vida. ¡Ven, acuéstate, amor, en mi costado!
No hay comentarios:
Publicar un comentario