Nota: En cualquiera época o festividad de la Santísima Virgen, y en cualquiera de sus muchas advocaciones, se puede hacer esta novena, sin que sea necesario tener otras especiales condiciones.
Por la señal...
Día Primero.
Oración de San Bernardo:
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ni uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorando vuestro socorro, haya sido desamparado de Vos. Yo, pecador, animado con esta confianza acudo a Vos, oh Madre, Virgen de las vírgenes, a Vos vengo, delante de Vos me presento gimiendo y afligido. Sé que Vos no queréis, oh Madre del divino Verbo, despreciar mis palabras, antes bien, estoy seguro que las oyes benignamente, y por ello espero vuestro socorro y consuelo. Amén.
Oración de Santo Tomás:
Concededme, oh Reina del cielo, que nunca se aparten de mi corazón el temor y el amor de tu Hijo santísimo, que por tantos beneficios recibidos, no por mis méritos, sino por la largueza de su piedad, no cese de alabarte con humildes acciones de gracias; que a las innumerables culpas por mí cometidas suceda una leal y sincera confesión, y un firmísimo y doloroso arrepentimiento y, finalmente, que logre aprovechar sus múltiples gracias y su misericordia.
Suplico también, oh Puerta del Cielo y Abogada de pecadores, no consientas que jamás se aparte ni desvíe este siervo tuyo de la católica fe, pero particularmente que, en la hora postrera de mi viaje por este mundo, me mantenga con ella abrazado. Si el enemigo esforzare sus astucias, no me abandone tu misericordia y tu gran piedad. Por la esperanza que tengo en ti puesta, alcánzame de tu santísimo Hijo el perdón de todos mis pecados, y que viva y muera gustando las delicias de tu santo amor.
Oración final:
¡Oh santísima Señora, excelentísima Madre de Dios y piadosísima madre de los hombres! Después de Dios, tú eres la única esperanza de los pecadores y la mayor confianza de los justos. La Iglesia te llama vida, dulzura y esperanza nuestra, y todos los pueblos ponen en ti sus ojos, esperando de ti todas las gracias. Nosotros también, dulce abogada, acudimos a ti en estos días, instándote para que nos oigas y concedas las gracias que te pedimos. Danos, en primer lugar, un amor sincero a tu divino Hijo, observando su santa y cristiana ley; alcánzanos también la salud del cuerpo y la serenidad de espíritu, la paz en las familias, y la suficiencia de medios para la vida; concédenos, en fin, una santa muerte en la Iglesia Católica.
¡Oh Virgen, que superas toda alabanza! Todo lo que tú quieres lo puedes obtener ante Dios, de quien eres madre; y, aun cuando nosotros somos pecadores, tú eres dulce madre del Redentor y dulce madre nuestra, y puedes abogar por tus hijos pequeños y pecadores ante tu Hijo altísimo y benevolente. A tu nombre se abren las puertas del cielo, en tus manos están todos los tesoros de la divina misericordia: óyenos, oh plácida Virgen y Madre y, si nos conviene, concédenos las gracias que te pedimos en esta novena:
(se hace la petición que se desea)
Conclusión (en latín):
Sancta maría succurre miseris, iuva pusillanimes, refove flebilis, ora pro populo, interveni pro clero, intercede pro devoto femineo sexu: sentiant omnes tuum iuvamen, quicumque celebrant tuam sactam festivitatem.
V.: Ora pro nobis Sancta Dei Genitrix.
R.: Ut digni effciamur promissionibus Christi.
Oratio.- Concede nos famulos tuos, quasumus Domine Deus, perpetua mentis et corporis sanitate gaudere: et gloriosa beatae Mariae semper Virginis intercessione, a praesenti liberari tristitia, et aeterna perfui laetitia. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
Conclusión (en castellano):
Santa María, socorre a los desgraciados, ayuda a los pusilánimes, reanima a los que lloran, ora por el pueblo, intervén por el clero, intercede por las mujeres consagradas, que sientan tu auxilio todos los que celebran tu santa festividad.
V.: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R.: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración.: Concédenos, Señor Dios bondadoso y paciente, que nosotros tus siervos gocemos de continua salud de alma y cuerpo y, por la gloriosa intercesión de la benaventurada siempre Virgen María, seamos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutemos de las alegrías de la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
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