Dios te ha dado talentos, energías, actividades. Debes aprovechar lo que Dios te da y no tenerlo inútil. Si te hace falta para ti, aprovéchalo para ti. Si para ti no te hace falta, aprovéchalo en favor de otros. El trabajo es ley de humanidad, si ha de estar bien. Donde no hay trabajo, no hay felicidad.
¿Qué dones y talentos tienes?
¿Tengo don de dirigir gentes, de hablar, de mover a otros, de ejecutar, de unir voluntades, de organizar? ¿Tengo influencia, posición, amistades, relaciones, simpatías con pudientes? ¿Valgo como director, para secretario, para tesorero, para vocal, etc.? ¿Soy dueño o patrono de fábrica, de comercio, de oficina, de escuela, de sociedad...? ¿Tengo autoridad, soy diputado, gobernador, concejal, oficial, jefe...? ¿Por mi profesión de médico, de abogado, de notario, ingeniero, militar, tengo ascendiente? Si no necesito ejercer para ganar, ¿no podría ejercer para ayudar al prójimo? ¿Qué hago con estos talentos y fuerzas que Dios me ha dado? ¿Los empleo bien? ¿Podría hacer más con ellos? ¿Podría hacer algo más grande?
O, ¿soy un vago, tengo una existencia inútil, una vida vana y frívola?
Dios me pedirá cuenta de mis talentos, para ver cómo los he empleado.
A veces más limosna es ayudar a otros y prestarles apoyo, influencia, recomendaciones, tiempo, consejo, instrucción, secretario..., que sólo dar dinero.
| Preparación: OratorioCarmelitano.com / OratorioCarmelitano.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario